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Deportista intermitente II
Vie, 20/02/2015 - 12:02

Lino Solís de Ovando G.

Minería a gran escala en Ecuador: ¿nuevas ganas de vomitar?
Lino Solís de Ovando G.

Lino Solís de Ovando G. es periodista y escritor. Se desempeña como editor general de AméricaEconomía.com. Ha trabajado para los medios Las Últimas Noticias (Chile) El Mostrador (Chile), Ecuavisa (Ecuador), y colaborado para variados medios latinoamericanos. Uno de sus libros infantiles fue elegido en 2012 para integrar las Bibliotecas Populares de México. Es parte del staff de escritores de Pearson para su colección 2015 de literatura Infantil/Juvenil para América Latina.*Cuenta Twitter: @lsolisdeovando*Cuenta Facebook: Lino Solís de Ovando

El 04/12/2012 escribí: "Llevo diez años yendo al gimnasio. De esos, nueve años y medio han sido imaginarios". Ahora, que iniciamos el caliente 2015, con pudor admito que la imaginación se me ha alargado como lo hace un chicle Bazooka dentro de mi boca, larga carne rosada repleta de azúcar donde mi contador ya ha tenido que sumar otros dos años y casi tres meses de ejercicios imaginarios.

Sé que dije "yo por mi parte seguiré perseverando, intentando escapar de la tentación de dar marcha atrás, cual Michael Jackson con su moonwalk, para quedar atrapado una vez más fuera del gran ventanal del deporte, oteando aquí y allá para buscar excusas que me apernen a mi escritorio (...) En diez años más, espero decir que he pasado una década yendo al gimnasio, y que de esos, nueve meses y medio han sido presenciales". Pero lo mío probablemente sea el autoboicot, la niñería de encantarme con las cosas y dejarlas botadas, a la espera de que papá me traiga en la próxima Navidad algo mejor.

Pero debo anunciarles noticias halagüeñas: un gimnasio tuvo la mala idea de instalarse a cuadra y media del edificio donde trabajo, un aterrizaje demasiado cercano para mi memoria afectiva, esa que coquetea a diario con la quimera de volver a tener el cuerpo de los 20, cuando mis ojos despreciaban los ascensores, mis piernas se erizaban de placer con una escalera empinada y mis brazos se extasiaban con el peso imposible de las bolsas repletas de productos que cargaba a propósito por varias cuadras al salir del supermercado. ¡¿Taxis?! Jamás, cual Bill Bixby en "Hulk" o David Carradine en "Kung Fu", me convertí en un griego peripatético que hacía ostentación de estar vivo a cada paso, ufanándome de estar sano en cuerpo, siempre en cuerpo.

Quiero pensar que se inicia un nuevo comienzo, un cambio en mi vida. Un cambio que necesitamos gran parte de los latinoamericanos. Nos enfocamos tanto en superar el hambre, que sin advertirlo la flecha de la báscula ingresó a la zona roja. No por nada más del 56% de los adultos latinoamericanos sufren de sobrepeso u obesidad, comparado con un promedio global de 34%, según un reporte del Overseas Development Institute del año pasado.

Cuando hice clic sobre el botón "pagar" del sitio web del gimnasio -¡la membresía por un año es mía!-, sentí que mis músculos se activaron. La sensación fue quizás como lo que prometen esos cinturones que hacen vibrar tu geografía para reducir medidas, aunque no descarto que haya sido mi propia gelatina meciéndose como un barquito en medio del océano.

Ayer me detuve, luego del almuerzo, frente al gran ventanal del gimnasio que pronto será inaugurado. Miré la larga fila de trotadoras pegadas al vidrio y me vi arriba, sudado, energético, siguiendo un ritmo como aconsejan los expertos, inhalando y exhalando con fruición, cual maratonista etiope sonriendo al sol. Ahí estaba burlándome del Global Warming, sintiéndome un par de Hussain Bolt, un compañero de prácticas en las calles de la humilde Trelawny, en Jamaica, hasta que un retorcijón intestinal me trajo de regreso y decidí regresar a trabajar, a apernarme otra vez a la silla por unas horas, cual deportista imaginario.

Cuento los días para que el gimnasio abra sus puertas. De hecho ya separé en mi armario las camisetas que usaré en esta nueva gesta deportiva. Ya les tendré noticias. Y de todo corazón espero que mis despachos desde el epicentro del deporte sean efectivos esta vez, y no simples digresiones desde el País del Nunca Jamás.

¿Qué me recomiendan? ¿Nike, Reebok o Asics? Zapatillas, ¡un gran deportista necesita buenas zapatillas!

*Lea Obesidad en Chile: reflexiones de un deportista intermitente

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