El Pacto con África se centra en el reto fundamental del continente: cómo acelerar la inversión del sector privado y crear puestos de trabajo. Para que ese potencial se haga plenamente realidad, todas las partes deben contribuir.
La idea central que sustenta el Pacto es sencilla: crear una plataforma para una mejor coordinación entre los países africanos, los organismos internacionales y los socios bilaterales del G-20 para respaldar reformas económicas, empresariales y financieras que atraigan inversión privada.
Habiendo transcurrido 16 meses desde la Cumbre de Berlín que lanzó esta iniciativa, podemos y debemos preguntarnos si los países adheridos al Pacto y sus socios internacionales están haciendo lo suficiente para darle una plena implementación y en qué ámbitos podemos avanzar aún más.
El punto de partida es una economía más sólida
Los países adheridos al Pacto vienen implementando políticas encaminadas a reforzar la estabilidad económica, un pilar fundamental para atraer inversión privada.
Las perspectivas de crecimiento de la mayoría de ellos son favorables, aunque en muchos casos —como Egipto, Etiopía y Ghana— el espacio fiscal necesario para ampliar la inversión pública está limitado por los elevados niveles de deuda pública. Como no disponen de mucho margen para captar más fondos, los países también deben incrementar la recaudación interna y mejorar la eficiencia del gasto público para financiar una mayor inversión pública.
Es importante mejorar los marcos empresariales y de financiamiento
Los inversionistas privados buscan mejores marcos empresariales, con procedimientos simplificados, certeza regulatoria, eficiencia judicial y transparencia. El fortalecimiento y el desarrollo del sector financiero profundizan los mercados de capital y expanden el acceso al crédito.
Otro factor igualmente crítico para la inversión privada es la coordinación entre gobiernos y socios. En algunos países, como Ghana y Marruecos, esta ha sido sumamente eficaz, pero ese no es el caso en todos. Para que los países africanos puedan poner en práctica sus respectivos y ambiciosos compromisos de reforma asumidos en el marco del Pacto, es necesario que se identifiquen plenamente con las reformas y que los socios participen y respalden dichos compromisos en forma más activa, a fin de lograr un volumen adecuado de capacidad y financiamiento durante la implementación.
Los socios para el desarrollo necesitan brindar un respaldo público bien calibrado, tal como instrumentos de mitigación de riesgos, para potenciar la inversión del sector privado. La creciente interacción entre las instituciones financieras de desarrollo y los países del G-20 constituye un hecho positivo. Pueden contribuir vastos conocimientos a la concepción y financiamiento de grandes proyectos de inversión.
Realzar la presencia para atraer más inversión privada
Para atraer inversión privada es necesario poner en contacto a los países directamente con los inversionistas privados, tal como lo demostró el Foro "Virtual" de Inversionistas organizado hace poco por Alemania y Ghana. Otros socios del G-20 podrían realzar su presencia en este ámbito; por ejemplo, financiando giras informativas y encuentros de aprendizaje entre pares que congreguen a países del Pacto y posibles inversionistas.
De más está decir que todas estas reformas llevan tiempo y requieren una plena identificación. Debemos ser realistas al pensar en la celeridad con la que pueden formularse e implementarse los proyectos y, en algunos casos, la dificultad de vencer la oposición política. Pero la recompensa de una reforma económica significativa bien vale la pena.
El FMI respalda activamente el Pacto
El FMI continúa trabajando de cerca con los países adheridos al Pacto para crear marcos macroeconómicos, empresariales y financieros sólidos que estimulen el crecimiento de la inversión privada. Mantenemos un estrecho diálogo con los 12 países que participan en el Pacto, 10 de los cuales tienen en marcha programas respaldados por el FMI.
Nuestras actividades de fortalecimiento de las capacidades están dirigidas a reforzar instituciones públicas críticas. En 2017 y 2018, el FMI organizó 129 misiones de asistencia técnica en países integrantes del Pacto y capacitó a más de 1700 funcionarios públicos en ámbitos tales como la administración tributaria, la capacidad de gestión de la inversión pública y la supervisión del sector financiero.
Una colaboración que beneficia a todos
Continuamos respaldando activamente el proceso que representa el Pacto, una colaboración pragmática que beneficia tanto a los países avanzados como a los países en desarrollo. El éxito de los países actualmente adheridos sentará las bases para la ampliación de la iniciativa en todo el continente
Desearía hacer una reflexión final. Durante la próxima década, 140 millones de niños llegarán a la mayoría de edad en los 12 países adheridos al Pacto. Incrementar la inversión privada no es un concepto abstracto en términos del futuro de estos niños: es un imperativo para que puedan integrarse a un empleo productivo y, de esa manera, hacer realidad el dividendo demográfico de África. La creación de empleos para todos estos jóvenes es una misión en la que no podemos fracasar, y disponemos de las herramientas y los instrumentos para lograrlo.
Durante las últimas semanas, el FMI ha reiterado que este no es un momento para la autocomplacencia en la economía mundial. Debemos timonear, no ir a la deriva. Eso se aplica también al Pacto con África. Para hacer realidad todo ese potencial, los países africanos con vocación de reforma, los organismos internacionales y los socios del G-20 deben remar juntos.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Diálogo a Fondo del FMI.