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En Venezuela hay un ganador
Lun, 22/04/2013 - 07:55

Pedro Brieger

Evo Morales y el Manifiesto de la Isla del Sol
Pedro Brieger

Pedro Brieger es argentino, periodista y analista de política internacional. Trabaja en televisión y radio. Colaboró con los principales medios gráficos de Argentina. En mayo 2010 recibió por segundo año consecutivo el premio Martín Fierro a la mejor labor periodística de TV por su labor en el noticiero de Canal 7. En 2009, también el programa "Visión 7 Internacional" obtuvo el premio como mejor noticiero de la TV argentina. Es titular de la cátedra de Medio Oriente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y autor de varios libros de temas internacionales.

El desconocimiento del resultado por parte de la oposición en Venezuela no es en sí mismo un hecho novedoso. En casi todos los procesos electorales que se realizaron desde el triunfo de Hugo Chávez en 1998 cuestionaron las reglas del juego, el manejo del aparato estatal, el rol de los medios –supuestamente hegemonizados por el chavismo- y todo cuanto tuvieron a su alcance.

Después de derrotar a Chávez en 2007 por apenas 1,4 puntos, una propuesta de reforma constitucional los sectores opositores se auto convencieron de que sería el comienzo del fin. Se equivocaron. Salvo algún que otro traspié Chávez los continuó derrotando en presidenciales, municipales y parlamentarias. En 2012 no solo construyeron un escenario de derrota del chavismo que luego se demostró falso, sino que instalaron la idea de que los militares estaban al acecho para evitar un triunfo opositor con los tanques en las calles. Decían abiertamente que la única respuesta del chavismo frente a la derrota sería un golpe de Estado. La oposición nunca aceptó los triunfos de Chávez ni el gran apoyo popular que tenía, como tampoco reconoce la profunda transformación que llevó a cabo este militar al que ridiculizaban y comparaban con un simio, aunque ahora Henrique Capriles diga “extraño a Chávez” como muestra de desprecio hacia Nicolás Maduro.

La excelente votación de Capriles lo hace sentirse dueño del terreno aunque los números del Consejo Nacional Electoral (CNE) digan que perdió. Por poco, pero perdió. De todas maneras, la mayoría de los que integran la Mesa de Unidad Democrática nunca respetó al CNE y si se presentan a las elecciones es porque fracasaron en el golpe de 2002 y se equivocaron cuando en 2007 decidieron boicotear las elecciones parlamentarias. El ajustado triunfo de Maduro ahora los envalentona porque saben que no está “el comandante” para actuar con rapidez y firmeza, marcar la cancha y unificar a todos los sectores del chavismo detrás de su figura carismática. Como tantas otras veces denuncian fraude y cuentan con un aparato mediático que se siente parte de esta cruzada antichavista y amplifica sus posturas a través de títulos del estilo “Nos robaron las elecciones” (Últimas Noticias). Capriles no solo dice que Maduro es un “presidente ilegítimo” sino que también “pidió al pueblo permitirle dirigir la crisis que vive Venezuela” (El Universal). Así busca presentarse como el único capaz de liderar al país sin odios ni rencores.

A medida que pasan los días y más gobiernos reconocen el triunfo del chavismo se debilita la oposición y su intento por quitarle legitimidad a Nicolás Maduro. Pero si hay tanques en las calles, represión y muertos podrán denunciar que el chavismo solo se mantiene por la fuerza o que intenta un autogolpe al estilo de Fujimori. Una situación así les permitiría presentarse como adalides de la democracia, aunque en sus filas estén muchos de los que participaron del golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002.

Otra vez pronostican el fin del chavismo; ahora, porque creen que Maduro es incapaz de liderar este proceso revolucionario. Lo que no pueden ver, comprender o aceptar es que la sociedad venezolana se ha transformado profundamente. Porque nunca entendieron lo que significó Hugo Chávez.

*Esta columna fue publicada originalmente en agencia Télam.

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