Debido a las importantes inversiones mineras que se dieron entre los años 1990 y 2010, Perú ha logrado mantenerse entre el top cinco de los productores mundiales de metales básicos. Así, Perú es actualmente el segundo productor del mundo de cobre y de estaño, y el tercero en zinc. Sin embargo, en metales preciosos ha tenido retrocesos considerables. En la producción de oro se encuentra en el octavo puesto del mundo, y después de muchas décadas ha pasado de segundo a tercero en la producción de plata. Cabe resaltar que, respecto al oro, entre el 30% y 40% de la producción actual está dada por la minería informal e ilegal.
La minería es el sector que más impuestos aporta al país (16%), a pesar de tener un 8% de partición en el PIB. Durante los últimos años, Perú ha tenido una buena recaudación fiscal, producto de la minería, sin verse afectado por los ciclos económicos mundiales. Cuando existe recesión, los metales base bajan y los metales preciosos suben. Este movimiento inverso le da una cobertura natural a la recaudación fiscal peruana. Sin embargo, esta cobertura natural se puede perder debido a caída en la producción de oro.
Por un lado, la caída en la producción de oro de Yanacocha se está haciendo sentir, y por otro lado se han dado una serie de situaciones adversas en la gran y mediana minería productora de oro. Los conflictos sociales han pasado factura, promovidos por los políticos de turno que han intervenido en las actividades mineras, cerrando varias minas a su criterio. Por otro lado, no hay quien haya defendido a las plantas e instalaciones de muchas mineras que han sido quemadas sin ningún respeto a las inversiones e infraestructura montada con años de trabajo.
Es importante entender la problemática de los conflictos sociales, así como los impedimentos para empezar a operar minas. Si bien los temas ambientales son una razón importante y válida, es lamentable ver cómo muchos utilizan esta razón para conseguir mayores beneficios económicos para las comunidades en cuestión. Resulta que estos conflictos están ahuyentando no solo a los grandes proyectos de cobre, sino también a los proyectos medianos de oro y a la actividad prospectiva necesaria para descubrir los nuevos “Yanacochas”.
En adición a los conflictos sociales, los políticos han generado una mala reputación a las mineras, las mismas que pagan correctamente sus impuestos incluyendo las sobre-ganancias. Actualmente, una mina en producción totalmente estabilizada, como Cerro Verde, paga 32% de impuesto a las utilidades (UA$ 500 millones para 2022). Adicionalmente, genera impuestos a la renta por la planilla de sus trabajadores y proveedores (que son solo de la zona) por otros US$ 200 millones. Este es un monto muy importante que, de ser bien canalizado, sería todo un éxito en infraestructura tanto educativa como de salud en su respectiva región.
Mirando el futuro, vale la pena resaltar que Perú no solo necesita los megaproyectos de cobre que lo volvería el número uno en la producción de ese metal en el mundo, sino también prestar atención a los distintos procesos necesarios para lograr una mayor producción de oro y plata con empresas formales. Para Perú es muy importante mantener un equilibrio entre metales base y metales preciosos para lograr reducir la volatilidad en la recaudación de impuestos mineros en el fututo.