Otra vez: colapso en el aeropuerto Arturo Merino Benítez (AMB). Chilenos tratando de salir de Santiago –ya sea para viajar dentro o fuera del país- y extranjeros varados en el terminal aéreo. Es el tradicional recambio de turistas en época de vacaciones, el cual nuevamente satura las capacidades del principal terminal aéreo nacional, poniendo en cuestión si las obras de mejoramiento del AMB serán suficientes para manejar el aumento del volumen de pasajeros.
Por otra parte, ha sido parte del paisaje vial la saturación de las carreteras al llegar a Santiago, tanto desde el sur como desde la costa. Este fenómeno se ha intensificado en los últimos cinco años, y recientemente las autoridades han implementado medidas de mitigación relativamente efectivas. Sin embargo, quedan dudas sobre si la capacidad vial del país está en condiciones de soportar al creciente parque automotriz y el aumento de los viajes turísticos de los chilenos.
Entonces, la pregunta es: ¿está la infraestructura de transportes de Chile en condiciones de soportar el creciente flujo de turistas esperado para los próximos años?
Datos de Euromonitor permiten afirmar que el turismo doméstico de los chilenos ha experimentado un boom en los últimos cinco años, creciendo a un ritmo de 5% anual, para alcanzar más de 23 millones de viajes en 2012. Se espera que para 2017 esta cifra supere los 30 millones de viajes.
En la misma línea, la mayoría de los viajes turísticos domésticos se realizan por tierra. En 2012, esta cifra supera el 90% de los viajes, lo cual se espera que se mantenga en niveles similares en los próximos cinco años.
Asimismo, el turismo emisivo y receptivo presentan cifras muy positivas en los últimos años. La salida de chilenos al exterior aumentó 9% en 2012, alcanzando casi 4 millones de viajeros, mientras que la llegada de extranjeros muestra un crecimiento acumulado de 32% en relación a 2007, para llegar a casi 3,5 millones de turistas extranjeros. Para ambos casos se espera un crecimiento de 4% anual hasta 2017. Si consideramos que alrededor de 40% de las salidas y 45% de las llegadas se realizan por aire, los aeropuertos chilenos deberían experimentar una fuerte demanda de viajeros.
En conocimiento de estas expectativas, el debate se abre en torno a cómo se construyen las políticas públicas para la industria turística. Es un hecho que los diseños viales terrestres no contaban con esta expansión desmesurada de la capacidad de consumo de los chilenos, lo que ha derivado en un alto crecimiento del parque automotriz y del gasto en turismo. Igualmente, parece ser consenso en la industria que los flujos de las aerolíneas van a ser superiores a la propia capacidad del AMB remodelado –algo que LATAM viene afirmando hace algún tiempo.
Ambos casos demuestran que las políticas públicas en turismo deben ponerse en línea con la performance privada. En una industria que depende de manera crítica de la inversión del Estado en infraestructura, es clave que el planeamiento público esté estrechamente ligado con las expectativas y rendimientos de los actores privados. Es por lo tanto fundamental trabajar en foros híbridos que apunten a políticas de largo alcance y en línea con las expectativas de crecimiento de la industria.