¿Acaso creyó alguien que el actual Gobierno de coalición italiano sería más longevo que los previos? En ese país sureuropeo, la expectativa de vida promedio de los Ejecutivos es muy corta; pero a eso se suma que la extraña alianza de Liga Norte, partido ultraderechista, con el Movimiento 5 Estrellas, de corte izquierdista populista, estaba condenada al fracaso desde el principio. Ahora, los italianos se preparan para elegir al sexagésimo sexto Gobierno desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Menos escrupuloso que Berlusconi
Matteo Salvini, líder de Liga Norte, es el político más desvergonzado y menos escrupuloso que haya tenido Italia en las últimas décadas; él es peor que Berlusconi, a quien las palabras "decencia” y "moderación” también le resultaban desconocidas. A Salvini, quien alega que el papa argentino es demasiado de izquierdas para su gusto, le ha dado últimamente por apretar un rosario entre sus manos cuando predica su odio por los extranjeros extracomunitarios; él parece querer adornar su nacionalismo con un corte pseudo-religioso.
Menos decoroso se mostró en semanas recientes, exhibiendo su panza y dejándose fotografiar con simpatizantes en las playas italianas. La suya, les aseguró a sus críticos, es una barriga proletaria, como si este político profesional y maestro de las redes sociales alguna vez hubiera tenido algo que ver con la clase trabajadora. Salvini sólo comparte con ella su amor por el vino y por la pasta. Pero él parece conocer el sabor que le gusta a sus compatriotas: muchos lo ven como un macho alegre y otros, como el gran seductor.
Un toque de vulgaridad nunca ha perjudicado a nadie en Italia. El histrionismo de Salvini es calculado y las encuestas le indican que ha conseguido lo que quería: si ahora se decidiera convocar a comicios adelantados, el "hombre fuerte” de Liga Norte podría terminar tomando el poder, probablemente con la ayuda de la formación ultraderechista Los Hermanos de Italia. Si este amigo de Putin toma las riendas en Roma, la suya será una política tan pero tan de derechas, que en Bruselas deberán preocuparse por el Estado de derecho en Italia.
Movimiento 5 Estrellas, tonto útil
El premio al tonto útil más grande se lo lleva el Movimiento 5 Estrellas: en poco más de un año permitió que Salvini lo despojara de la mitad de sus electores. Y estaba claro de antemano que la sociedad entre ambos terminaría así. En lugar de mostrarle la tarjeta roja al catequista del odio, el Movimiento 5 Estrellas apoya una política que debería ahuyentar a su base electoral, que es más izquierdista que otra cosa. A cambio de formar parte del Gobierno, su cúpula vendió lo poco de alma e integridad política que esa formación sin sentido tenía.
En esta alianza, el Movimiento 5 Estrellas sólo sirvió para posibilitar el ascenso de Liga Norte al poder porque no tenía nada –ni ideas, ni personal, ni fuerza para luchar– con que enfrentar el cinismo y la astucia de Salvini. Incluso considerando los estándares bajos de la política italiana, esto ha sido un teatro lamentable. Cabría decir que el Movimiento 5 Estrellas merece la caída que ha sufrido, si la consecuencia de su debilidad no fuera el encumbramiento de un hombre que flirtea abiertamente con el fascismo.
¿Es Salvini un mal evitable?
El Movimiento 5 Estrellas y los socialdemócratas podrían rescatar al país y a sus respectivas reputaciones si se unieran para formar una coalición de Gobierno alternativa en lugar de permitir que se llame a elecciones adelantadas. Aún tienen una mayoría suficiente para ello. El problema es que, al parecer, el Movimiento 5 Estrellas odia más a los socialdemócratas que a los ultraderechistas, lo cual es casi imposible de explicar en términos ideológicos y políticos. Por su parte, los socialdemócratas necesitan a un líder que los cohesione.
En teoría, eso es posible, pero en la práctica es improbable. En su discurso de despedida, el primer ministro saliente, Giuseppe Conte, tachó a Salvini de oportunista y le reprochó su falta de cultura política. ¡Pero Conte y sus amigos sabían eso de antemano! Quien se sienta a tomar sopa con el demonio necesita una cuchara más larga que la de Conte y sus compañeros.
Un desastre para Italia y para la UE
Salvini juega con las emociones de los italianos e intenta persuadirlos de que ni la capacidad para las reformas ni el pago de las deudas pendientes son responsabilidades que ellos deban cargar sobre sus hombros. Y los italianos están bien dispuestos a creer las teorías de conspiración sobre oscuros poderes extranjeros que Salvini pone a rodar. De todo lo demás que salga mal, el ministro del Interior le echa la culpa a los migrantes.
Salvini va conseguir que Italia se deslinde de la comunidad de las democracias europeas y se aísle. Por otro lado, ya a arrear a sus electores con una pseudo-lucha contra Bruselas y la disciplina fiscal. Este es un juego muy peligroso porque las deudas de Italia pueden hacer tambalear al euro; una bancarrota estatal puede significar el fin de la moneda comunitaria.
La pregunta de rigor es si los crecientes costos de financiamiento pueden hacer entrar en razón a Salvini, política y fiscalmente, o si el líder de Liga Norte ha contemplado la salida de Italia de la eurozona en sus planes. En todo caso, es evidente que la caída del Gobierno en Roma le causará más dolores de cabeza a la Unión Europea; una nueva crisis se nos viene encima. "¡Porca miseria!”, suelen decir los italianos en situaciones como esta.