Los chinos están interesados en hacerle saber al mundo lo capaz que son y cómo su modelo es exitoso en todas las áreas. El puente más largo del mundo (Qingdao), la cuidad más poblada del mundo (Chonqing), el mayor exportador de productos del mundo y hasta el hecho de ser el principal fabricante de bicicletas refleja su ánimo de mostrar y demostrar. Eso también se refleja en el mundo del deporte.
China obtuvo en las últimas olimpiadas un total de 88 medallas, siendo 38 de oro y la segunda posición en la tabla general. Es decir, el dragón nuevamente despertó en los juegos olímpicos y lo hizo para continuar compitiendo. Todavía está muy presente en este país el arduo esfuerzo de organización y de resultados de Beijing 2008. Eso si, están plenamente conscientes que jugar de local no es lo mismo que de visita, y para ello ya están trabajando para los próximos juegos asiáticos de 2014 en Incheon, Corea del Sur y para Rio de Janeiro 2016.
Mucho trabajo colectivo hay detrás de Na Li -la primera china en ganar Roland Garros el año 2011-, de Ye Shiwen -la nadadora más rápida de las olimpíadas- y las demás participaciones descollantes de la delegación china. Estos hitos son parte del rangkingsmo que impera en esta sociedad (como en todas las sociedades llamadas a jugar un rol central en un determinado siglo) y que es alimentado a diario por los medios de comunicación local. Este rangkingsmo -consciente o inconsciente- obedece al llamado soft power, la capacidad de un país de influir en el concierto internacional, a través de su presencia en otras áreas que no son las tradicionales del poder. Y así también lo entienden ellos.
Conversando con Mister Chen, un locuaz proveedor de Xiamen, quien me jugó a la “falsa modestia” durante un almuerzo de negocios, apostamos amigablemente una botella de vino chileno sobre quién ganaría Londres 2012. Mr. Chen eligió Estados Unidos y yo China. La próxima semana me juntaré de nuevo con Mr. Chen , quien estoy seguro me recibirá con una cálida y leve sonrisa, al mismo tiempo que abrirá la botella para que la compartamos durante el almuerzo.
Tengo la impresión de que en Río 2016 será Mr. Chen quien deberá pagar el vino, y que nos sorprenda que lo que habremos apostado sea un vino chileno y -a petición de Mr. Chen- también uno boutique chino, ya premiado internacionalmente.