No tendría por qué extrañarnos que sean 19 los candidatos inscritos a la elección de presidente del Perú, el próximo 10 de abril de 2016.
En abril de 2006, fueron 20 los candidatos presidenciales, y en octubre de 2014 también fueron 20 los candidatos que disputaron la presidencia de la región Tumbes, una pequeña circunscripción electoral que en ese momento tenía sólo 152.314 votantes… un verdadero récord: un candidato por cada 7.616 electores.
Esto no es más que señal abierta de lo mal que se ha hecho el sistema electoral en el Perú, a la vez de la incapacidad de los partidos nacionales y movimientos regionales para construir una política de mejor calidad para beneficio del país.
En un sistema de partidos con todas sus letras o en un sistema por lo menos medianamente competitivo, una candidatura es la desembocadura de una línea de carrera al interior de un partido, pasando por una competencia interna donde el precandidato debe vencer para convertirse en candidato.
En Perú, lamentablemente no tenemos un sistema de partidos y las candidaturas surgen de una feria donde se encuentran políticos y candidatos, y donde llegan a acuerdos dentro del mes o los dos meses previos a la fecha límite para inscribir candidatos para las contiendas electorales.
Como producto de esa feria electoral se dan las combinaciones más raras de partido/candidato, mezclas que la más grande imaginación literaria no podría crear. A pesar que de esta manera la palabra coherencia desaparece del léxico electoral, todo se presenta finalmente ante la opinión pública como fórmulas naturales para generar esperanza entre los votantes. Por cierto, nadie lo cree, pero la interpretación de los libretos hechos en la feria electoral continúa hasta la escena final.
En ese marco, el ciudadano peruano, que poca educación y cultura política posee, termina más confundido y se vuelve testigo de campañas con muy graves acusaciones entre los candidatos, lo cual contribuye a reafirmar y agravar una percepción negativa de la política y la democracia.
Difícil ser optimista para el futuro con esta realidad en el presente.