Entre los 80 y los 90, el Perú pasó por una de las peores etapas de su historia. Terrorismo, crisis económica y demás taras que los mayores de 30 años recordamos claramente. Apagones, colas, coches bombas y demás hechos que hicieron que muchos decidieran dejar el país ante una negativa de oportunidades rotunda. Muchos nos quedamos por convicción o -la mayoría- por escasez de opciones concretas para dejar el país.
La historia nos dirá -queramos o no- que Alberto Fujimori fue el presidente que se encargó de poner el orden en esos momentos complicados. Sentó las bases de nuestra actual economía y enfrentó al terrorismo. Recuerdo la felicidad y esperanza de millones de peruanos el día de la captura de Abimael Guzmán; muchos recordamos dicho hecho como una de las grandes victorias de nuestro país, tanto que fue celebrado como un triunfo futbolístico.
Por otro lado, tenemos hechos como el cierre del Congreso -que fue un abierto atentado en contra de nuestra democracia-, la corrupción que bandeó -sobre todo en el segundo período fujimorista-, los atropellos a los derechos humanos -en medio de una guerra interna que resultó tremendamente sangrienta-, la re-reelección, el manejo de los medios de comunicación, entre otros aspectos que mancharon tremendamente la trayectoria presidencial del coloquialmente llamado “chino”.
Es difícil hacer un balance entre lo bueno y lo malo de la gestión presidencial de Alberto Fujimori. Muy complicado hacer un balance a la luz de la historia. No sabemos si otro presidente hubiera podido con la crisis económica y con el terrorismo; es un escenario imposible de analizar. ¿Qué hubiera pasado si Mario Vargas Llosa hubiera sido elegido presidente o si Javier Pérez de Cuellar lo hubiera logrado cinco años después? El pueblo peruano eligió a Fujimori dejando de lado a dos de los peruanos más ilustres de la reciente historia peruana. ¿Alguno de ellos hubiera logrado el éxito en la solución de esos dos grandísimos problemas? Eso no lo sabremos nunca, pero por lo menos alguien lo hizo y ése, fue Fujimori.
La democracia nos permite tener tres ex presidentes vivos en este momento. Tanto Fujimori, como Toledo y García, tienen denuncias, conatos de las mismas o alguna sospecha de actos dolosos a sus espaldas. ¿Tan malos han sido nuestros presidentes? ¿Tan mal elegimos los peruanos? ¿El problema somos nosotros o nuestra clase política? Nuestros ex presidentes deberían fungir de figuras ilustres y referentes en nuestra sociedad, ¿algún día podremos aspirar a esto?
¿Sería saludable el indulto a Fujimori para nuestra sociedad? Bueno, si la salud del ex presidente está tan deteriorada como afirman sus defensores, sería una opción real y concreta, ya que darle la facultad de que pase sus últimos días con sus seres queridos y confinado en su hogar puede ser un acto humanitario y además, daría una señal de grandeza de nuestro actual presidente. Debemos tener claro que el indulto no quiere decir que el país esté perdonando al ex presidente por los crímenes por los cuales fue declarado culpable. Se trataría de un beneficio para alguien que parece estar muy mal de salud y que algo hizo por el país.
Finalmente, me gustaría soltar una pregunta: ¿todo lo malo de Fujimori anula los aciertos (que los tuvo) de sus gobiernos? Recordemos que tuvo a su cargo al país en un momento límite y crucial de nuestra historia. No lo estoy justificando pero, hay que estar en esa situación para entenderlo (no me hubiese gustado estar en sus zapatos y creo que a la mayoría tampoco). El indulto, asumiendo que su salud no es la mejor, es una opción concreta tomando en cuenta que es un ex presidente que será recordado por sentar las bases económicas y sociales de lo que hoy somos, ya que asuntos de atropellos y crímenes relacionados con los derechos humanos están presentes en el historial de varios, así que me animo a decir que -al igual que Fujimori- se debería juzgar a todos los que tienen algún tipo de acusación de este tipo, con la normativa clara que nunca serán indultados.