El domingo pasado los limeños decidimos que la alcaldesa Susana Villarán debe permanecer en su cargo para terminar el período para la cual la elegimos. El frustrado debate del último domingo nos dejó una imagen de desorganización e improvisación magnánima, como casi siempre en lo que a política se refiere en el Perú. Los políticos parecen no darse cuenta que cada vez tienen una menor credibilidad y que el ciudadano común y corriente ya se aburrió de sus idas y venidas, y de sus ridículos constantes que parecen planificados.
Muchos pensamos que elegir o marcar 40 veces la cartilla de revocatoria sería un acto sumamente complejo, repetitivo y aburrido. Hay que ver cuántos votos quedaron nulos por lo complicado y largo del proceso o por el apuro de miles de personas que acudieron a votar más por no pagar la multa que por hacer uso de su derecho, o por la convicción ciudadana que debería signar este acto.
Una muestra de esto fue la gran cantidad de mesas de sufragio que empezaron a operar varias horas después del inicio oficial del proceso, porque no contaban con la cantidad de miembros de mesa necesaria para su apertura. Problemas de un sistema de votación obligatorio que nos moviliza a todos sin mayor objeción, que nos obliga a elegir sin que necesariamente queramos participar en la discusión.
Por eso es interesante preguntarse: ¿cuántos iríamos a votar si todo esto no fuera obligatorio? A ver, quiénes de los limeños estamos dispuestos a ir a votar si es que no nos pusieran una multa por ausentarnos de las urnas. Para todos es una decisión signada por el costo-beneficio de sacrificar un domingo o dedicarse a velar y hacer efectiva la revocatoria.
Cabe destacar a los verdaderos héroes de este proceso revocatorio: los miembros de mesa. Peruanos que fueron sorteados para donar su domingo entero para mantener el sistema y hacer que el proceso fuera exitoso. En Lima, es común filosofar acerca de la suerte de los que salieron sorteados para esta función y también burlarse de dicha labor. Decimos: ¡qué bueno que no nos tocó a uno de nosotros!, lo cual es lo que -en el fondo- la gran mayoría pensamos y agradecemos.
Sorprendió la manifestación pública de apoyo a la alcaldesa de muchos personajes de la farándula y el deporte nacional. Este apoyo mezclado con temas como la discriminación, la inclusión, la seguridad es sorprendente, como si la disputa fuera por esos asuntos; como si la revocatoria fuera una suerte de cruzada y la alcaldesa pudiera hacer algo por estos temas. Es muy difícil creer que un alcalde puede transformar la ciudad en esos temas, y si fuera posible, hay que preguntarse: ¿por qué ningún alcalde lo hizo antes? ¿Por qué Lima sigue tan caótica y complicada?
Ha sido un gran triunfo que los resultados salieran velozmente y que no hayamos tenido que esperar semanas para conocer qué aconteció. Si es que vamos a tener elecciones obligatorias que implican a millones, sería excelente contar con organismos eficientes que organicen y brinden resultados oportunos. No puede repetirse la historia de elecciones con publicaciones de resultados en tiempos verdaderamente exagerados.
Lima es un asunto más que serio; problemas hay en cantidades industriales: transporte público desastroso, limpieza ineficiente, obras truncas, entre otros… Ojalá que la alcaldesa se atreva a hacer algo concreto, serio y sostenible en el tiempo. Si no, siempre será más de lo mismo y los limeños (los peruanos), ya estamos hartos de eso.