En el pasado EXPP Summit, celebrado en Barcelona, evento que agrupa a los principales actores de la industria del comercio electrónico europeo, se hizo referencia a los estrictos y rígidos modelos latinoamericanos de facturación electrónica, y el éxito que han alcanzado.

¿Rígidos? ¿Estrictos? Esto parece tener sentido, al analizar desde la perspectiva de un europeo, lo que está sucediendo en Latinoamérica. Un país como Chile, que el 2002 inicia su proyecto de factura electrónica tomando como base el modelo de España (que surge cinco años antes), hoy cuenta con un modelo mucho más estructurado y evolucionado que el español. Ni hablar de Brasil que se inspiró en Chile, pero por su compleja estructura tributaria y las necesidades de la Sefaz (Secretaría de Hacienda brasileña), ha tenido que desarrollar un modelo mucho más robusto, complejo e, inclusive, obligatorio.

En Latinoamérica todos los otros países que cuentan con una legislación de factura electrónica (Argentina, Costa Rica, Colombia, Guatemala, México, Perú y Uruguay) se han visto influenciados por estos dos modelos y además cuentan con realidades medianamente parecidas. En la mayoría de éstos se habla de facturación electrónica en términos de un XML, una representación gráfica y almacenamiento de varios años. Además, cada vez son más los que validan las facturas en línea ante la administración tributaria (o están trabajando para lograrlo) y la tan polémica obligatoriedad del uso de la factura electrónica.  

Son modelos estructurados, pero exitosos o en vías de ser sumamente exitosos debido a su aceptación y los beneficios que le brindan a las autoridades gubernamentales y a las empresas que los utilizan. En verdad, se percibe una revolución en Latinoamérica y el uso de la factura electrónica está creciendo exponencialmente.

Ahora bien, desde la perspectiva de un latinoamericano, los modelos de facturación electrónica europeos son relativamente simples, muy abiertos y atrasados en comparación a lo que se vive en Latinoamérica. Esto me lleva a contar una anécdota que nos sucedió en Europa: una importante empresa nos mostró a varios ejecutivos de Signature su última tecnología para uso de los actores del mundo del comercio electrónico. Y su presentación se basó en las impresoras virtuales y herramientas de mapeo de datos. Funcionalidades que nosotros utilizamos desde nuestra incursión en este mundo de la factura electrónica hace ya muchos años. ¿Estamos muy adelantados? ¿O ellos muy atrasados?

Entonces, ¿será que tenemos modelos muy estrictos y rígidos o más bien al otro lado del Atlántico tienen modelos muy abiertos y flexibles? Más allá de buscar una respuesta (pues sin importar la que sea generaría bastante polémica y muchas posiciones opuestas), creo que lo más importante de meditar es que en una época tan globalizada y en tiempos en los que Europa está afrontando una delicada crisis, no está de más evaluar lo que estamos haciendo los latinoamericanos; en donde podemos estar orgullosos de contar con los modelos de factura electrónica más estructurados, con mayor crecimiento y definitivamente los más exitosos del mundo.