El capitalismo financiero que surgió con fuerza en el último cuarto del siglo pasado, ha entrado en una crisis profunda cuyos resultados están aún por definirse. Esta crisis no se ha limitado al ámbito privado en el cual muchas personas pierden su dinero por malas inversiones o por desfalcos bancarios, sino que la crisis tiene un carácter más público, pues los que tienen problemas financieros no son solo los individuos, sino también los países. Tal y como lo expresé en mi artículo anterior, la crisis pasó de ser económica a ser social.
Todo sistema económico tiene su set de valores que lo acompañan. Esto es lo que se entiende por "Ideología del sistema", más allá de la simpleza con que utilizábamos el término en las luchas estudiantiles. Una de las afirmaciones más relevantes del psicólogo y premio Nobel de economía, Daniel Kaheman, es que la gente tiende a evaluar la importancia relativa de los hechos en ciertos asuntos, según la facilidad con que son traídos a la memoria y esto viene determinado por el grado de cobertura que encuentra en los medios de comunicación. En otras palabras, los temas frecuentemente mencionados y la forma en que se mencionan, hace que algunos hechos sean más o menos relevantes para el público en general.
En este sentido, los medios de comunicación pueden ser grandes aliados (o no) en la reproducción ideológica del sistema económico. La complejidad en el caso actual, es que los propios medios tradicionales se encuentran en una crisis gigantesca por el surgimiento de nuevas y poderosas maneras de transmitir información y de crear opinión.
Sin duda, esto dificulta la reproducción ideológica del sistema; sin embargo, siempre se encuentran maneras de intentar fortificar esos valores. Un ejemplo claro de esto es la forma en que se continúa promocionando el éxito individual como la manera de surgir en la sociedad y salir de la crisis. Hay un esfuerzo sostenido de procurar convencer a las personas (especialmente a los millones que las crisis los ha dejado sin trabajo, sin casa, sin pensiones), que si bien las cosas están mal, los individuos como tal, son capaces de superar las dificultades y lograr el éxito individual. Un ejemplo claro de esta tendencia, es la manera en que se está tocando el éxito de ciertos empresarios, artistas, deportistas, etc.
La idealización por ejemplo de personajes como Steve Jobs y Mark Zuckerberg, emprendedores visionarios, brillantes, tenaces, quienes fueron capaces de cambiar el mundo desde el garaje de su casa o desde el dormitorio de la Universidad, va en esta dirección.
Todos estos son ejemplos con mucho mérito sin duda. Sin embargo, el simple hecho estadístico nos debería llevar a revisar el énfasis puesto en estos éxitos individuales. Por cada Steve Jobs hay miles de millones de Pedro Pérez. No se trata de que no existan méritos individuales. Lo que trato de decir es que eso no nos debe llevar a sobre valorar las bondades de un modelo económico, cuando en su seno también existen 99% excluidos.
Una nueva sociedad requiere que revisemos dónde ponemos la atención, pues el tema no es que tengamos algún 1% exitoso. Ya eso existe y es el pan nuestro de cada día. Lo verdaderamente importante son los 99% que no lograron esos éxitos y como sociedad quizás no debo poner el énfasis en remarcar los logros de 1%, sino en las necesidades de 99%.
*Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo.com.ve.