Una austera pero imponente apertura se ha vivido en Río de Janeiro para estos XXXI Juegos Olímpicos que se desarrollan en Brasil. Serán casi tres semanas de color, alegría y competencias. El objetivo central es, para los deportistas, alcanzar la gloria y el triunfo.
Sin embargo, esto no es una cuestión que sea parte de los objetivos del equipo representante de Corea del Norte. El equipo norcoreano cuenta con 31 atletas que participaran, a lo largo de 39 pruebas, en nueve deportes. Para esta delegación hay una cuestión central: intentar revertir la imagen que el mundo tiene de Corea del Norte y de su líder político.
Esta, a lo largo de la historia de la participación de los norcoreanos, ha sido una cuestión compleja y controversial. Además, como antes para su padre (Kim Jong-il) y su abuelo (Kim Il-Sung), permite que Kim Jong-Un utilice los Juegos Olímpicos para promover un discurso que tiene como objetivo proyectar una cohesión nacionalista de los norcoreanos y enfrentar, lo que él define, como ataques de los otros países de la región y el mundo.
Los Juegos Olímpicos (tanto su organización como participación) van más allá de la sola participación deportiva. Es una cuestión de imagen y de comunicación; dimensiones que en el caso de la participación de Corea del Norte se focaliza y canaliza a través de lo que, desde 1974, fue conceptualizado por el líder Kim Jong-il como los “diez principios para el establecimiento de un único sistema ideológico” (Ten Principles for the Establishment of the One-Ideology System). Estos diez principios buscan el reconocimiento de un solo líder (de la dinastía Kim) y una total y férrea lealtad a él. Según aquellos que trabajan el tema de los derechos humanos en Corea del Norte, esto corresponde a una educación ideológica donde se fusionan los conceptos de país y líder.
Efectivamente, estos diez principios han marcado la participación de los deportistas norcoreanos en importantes citas deportivas; donde estos deportistas deben probar su lealtad al régimen alcanzando destacadas actuaciones. En 2010, en el mundial de África del Sur, luego de ser eliminados en fase de grupos al perder sus tres partidos, según medios de información internacionales, todo el equipo de fútbol sufrió el castigo por su rendimiento. Para esto habrían sido expuestos e insultados en el Palacio de la Cultura y su entrenador separado del partido central y enviado a trabajos forzados. La razón es que los jugadores, el entrenador y su cuerpo de ayudantes habrían, según se informó, traicionado los diez principios.
En los JJ.OO de Londres 2012, se producirá otro caso a considerar. Luego de ganar medallas de oro en sus respectivas competencias los deportistas Rim Jong Sim y Au Gum Ae se expresaron de formas casi idénticas al momento de agradecer estos logros. Ambos agradecieron y justificaron sus medallas a (y por) la figura de Kim Jong-Un.
Otra controversia se produjo en los Juegos Asiáticos de 2014, oportunidad en que se protestó por lo métodos que se aplicaban en los entrenamientos de los integrantes del equipo norcoreano. En esta ocasión el medallista de oro de levantamiento de pesas norcoreano frente a la duda sobre la exigencia que era expuesto para alcanzar el éxito, utilizó la metáfora: “¿Ha usted escuchado alguna vez que un huevo pueda romper una piedra? Esta metáfora era resultado de, como lo explicó el propio deportista norcoreano, el pedido de Kim Jong-Un para agregar una idea ideológica a un huevo.
De este modo, distorsionando los objetivos de los Juegos Olímpicos, Corea del Norte y su líder Kim Jong-Un no solo apuestan por el deporte, sino que ven en estos juegos un objetivo político, el que apunta a encubrir problemas nacionales de derechos humanos, así como proyectar una idea de superioridad internacional.