La polémica artificial por el poder en Berlín no tiene nada que ver con los hechos reales de la actual migración en la UE. Es increíble cómo un puñado de megalómanos bávaros trató de tomar como rehén a toda la UE y utilizarla para golpear al ala más liberal de los conservadores de Merkel.
Auge de los populistas
Lamentablemente, justo Austria tendrá la presidencia del Consejo Europeo durante los próximos seis meses. Y el canciller Sebastian Kurz aprovechará la oportunidad de darle un giro a la derecha a la UE, como ya lo hicieron sus conservadores en Viena, gracias a la alianza con el FPÖ de extrema derecha.
Eso ya es visible en un íntimo abrazo con la Lega en Italia, en donde Matteo Salvini se ve a sí mismo como el nuevo "Duce", elevando el desprecio por la humanidad a una nueva forma de arte. A esa amistad del eje de extrema derecha se suma el húngaro Viktor Orbán, padre de las campañas de la mentira, del discurso de odio y el populismo desenfrenado en Europa. Su fórmula: repetir hasta que se lo crean que los extranjeros y los migrantes son los enemigos del pueblo. Y en Hungría eso ha funcionado muy bien.
¿Acaso estos bávaros no fueron a clases de historia y no entendieron cómo operan los mecanismos de un gobierno autoritario que destruye las estructuras democráticas? Esto es, para los alemanes especialmente, una demostración de ignorancia.
¿Democracia liberal o nuevo nacionalismo?
El complicado sistema de la UE es el resultado de las democracias liberales en Europa. Se basa en derechos y obligaciones equitativos de los miembros; en el espíritu de cooperación y solidaridad, es convertido ahora casi en un insulto.
El lema "Italia primero" del nuevo gobierno en Roma, el renacimiento del nacionalismo egoísta, es un veneno mortal para Europa. O sigue vigente el sistema de compromiso, compensación e interés común, o el del interés nacional. Ambos no funcionan a la vez.
En la actualidad, el nuevo nacionalismo parece estar en auge. Pero la asombrosa miopía de sus seguidores significa que están a punto de cortar la rama en la que todos nos sentamos. Si Viktor Orbán construye su democracia privada en Hungría, solo puede hacerlo porque cuenta con el respaldo de miles de millones de dinero que le gira Bruselas. Si ayuda a destruir la UE, él también caerá.
Europa nos ha traído libertad, prosperidad y paz durante décadas. ¿Cuán ciegos deben ser los conservadores en Baviera para ignorar el hecho de que, junto con el norte de Italia, se han convertido en una de las regiones más prósperas del mundo, sobre todo gracias a la UE? El cierre de las fronteras abiertas en el espacio Schengen costará miles de millones en poco tiempo. Y todo por una histeria ideológica, que declara a los inmigrantes el mayor mal político.
A todo esto, ¿dónde queda la humanidad? ¿Y dónde los llamados valores cristianos? Los bávaros, en lugar de colgar cruces en las oficinas, deberían cultivar la virtud de la humanidad. Pero la única figura que se atreve a señalar con cautela los derechos humanos es Angela Merkel. Y desafortunadamente, ella no tiene mucho éxito con eso.
Europa echa de menos sus temas reales
Sin mucha oposición, la UE está ahora bajo la presión de los populistas, descuidando, por ello, sus problemas reales: la amenaza de mdesmontaje de la OTAN, la guerra comercial con Donald Trump, las regiones y poblaciones descuidadas, la economía digital. ¡Hay suficiente por hacer! Pero parece que los demócratas en Europa están dejando pasar el momento de defenderse.
Angela Merkel está debilitada, Emmanuel Macron hace cálculos puramente políticos y, en general, hace falta contrapeso político para defender el núcleo de Europa. Y justo los conservadores de Baviera contribuyen fuertemente a empeorar las cosas. Si la CSU busca perfilarse como la "Lega Sud" alemana, las últimas encuestas de opinión los deberia hacer reflexionar. Sus líderes, Söder y Seehofer, van en caída libre. Como europea convencida, solo se puede desearles un descenso rápido.