La pasada administración tuvo logros importantes en materia económica, pero también dejó varias tareas pendientes. Por el lado de los logros, hay que resaltar los cambios institucionales y los resultados en materia de generación de empleo. Por el lado institucional, se adoptó la denominada "regla fiscal", una beneficiosa herencia para los futuros gobiernos, porque la "regla fiscal" nos permite que se ahorren recursos fiscales en época de "vacas gordas", para ser empleadas luego en épocas de "vacas flacas". Es decir, genera una institucionalidad que obliga al gobierno de turno a ahorrar cuando la economía anda bien y permite generar un fondo para impulsar la economía durante períodos de recesión o desaceleración. Este es un gran logro que generará mayor estabilidad a la economía colombiana.
En cuanto al empleo, este gobierno ha logrado cambiar la tendencia creciente de la tasa de desempleo. Durante los últimos años esta tasa ha tenido una tendencia, aunque lenta, hacia la baja. Y si bien aún contamos con una tasa de desempleo relativamente alta y que no se encuentra por debajo del 10% para todo el año, lo positivo es que la tendencia cambió, y consistentemente la tasa se encuentra disminuyendo. Ahora, también hay otras cifras para mostrar, como el crecimiento relativamente alto y estable de la economía y el repunte de sectores como la construcción, sin embargo, aún existen muchos retos para los próximos cuatro años.
Tal vez el reto más importante en materia económica que tiene la nueva administración es conseguir la financiación necesaria para adelantar la ambiciosa agenda de inversión en infraestructura y en gasto social, y en especial, la inversión social necesaria para el posconflicto. Al mismo tiempo que se encuentra la financiación, será necesario mantener la competitividad del país. Esta no será tarea fácil. A estas alturas, es evidente la necesidad de una reforma tributaria que genere más ingresos.
Para aumentar el recaudo solo hay tres opciones. Primero, aumentar la base de los impuestos que actualmente se cobran. Es decir, que más colombianos tengan que pagar los impuestos que ahora se cobran o que actividades o productos que antes no estaban grabados, ahora sí lo estén. La segunda opción es aumentar la tarifa. En otras palabras, cobrar un porcentaje más alto de impuestos. La tercera opción es crear nuevos impuestos, como por ejemplo crear un impuesto a los dividendos.
El gobierno tendrá que determinar cuál mezcla de estas tres opciones adopta. Esto no será fácil, pues al mismo tiempo se deberá mantener la competitividad de nuestro aparato productivo, porque necesitamos que siga siendo atractivo para las empresas producir en Colombia. Una excesiva carga tributaria desincentiva la llegada al país de nuevas empresas y la permanencia de nuestras firmas en el país. Así, se deberá generar fórmulas de financiación que en principio minimicen el impacto sobre el aparato productivo. ¡Una tarea muy dura! Pero es una tarea necesaria, pues si se termina con una reforma tributaria onerosa para el sector productivo, terminaremos con una caída en el ritmo de crecimiento del PIB, malos resultados en la generación de empleo, y en últimas una situación económica peor durante el posconflicto que durante el mismo conflicto. Esta es la gran encrucijada de esta nueva administración y del nuevo Congreso.