Pasar al contenido principal

ES / EN

Los temores de Isis
Lun, 06/07/2015 - 09:23

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

¿Por qué un país pequeño y de escasa relevancia en la política regional como Túnez, se ha convertido en un blanco privilegiado de ISIS? La relación de Túnez con ISIS es paradojal. De un lado, Túnez es el país en el que se iniciaron las revueltas contra las dictaduras que prevalecen en los países de mayoría árabe. Como sabemos, la inestabilidad y violencia política a la que algunas de esas revueltas dieron lugar (V., Siria, Yemen y Libia), crearon un terreno fértil para que ISIS pescara a río revuelto. Pero, de otro lado, Túnez es el único de esos países en el que el derrocamiento de la dictadura produjo una transición pacífica y consensuada hacia una democracia representativa. Es decir, un régimen político basado en el principio de la soberanía popular, mientras que ISIS postula a cambio la soberanía divina como principio rector del gobierno en tierras de mayoría musulmana (según la comprensión que de la misma tiene su líder, Abu Bakr al Bagdadi).

Esa transición produjo a su vez una constitución que es anatema para ISIS. De un lado, en esa constitución la interpretación que diversas autoridades religiosas puedan tener sobre las implicaciones legales de los textos sagrados (es decir, la Sharia),  no es fuente de derecho. Lo cual contribuye a establecer no sólo la autonomía de la autoridad política respecto de las autoridades religiosas, sino también la autonomía de estas últimas respecto al poder político. La razón es simple: lo habitual cuando la interpretación de las autoridades religiosas puede ser fuente de derecho, es que las autoridades políticas intenten establecer una autoridad religiosa oficial, convirtiendo a sus integrantes en funcionarios públicos (lo cual tiende a menoscabar su legitimidad frente a los creyentes). Lo peculiar del caso tunecino es que la decisión de separar el derecho de la exégesis teológica contó con el voto favorable de la principal fuerza política de inspiración islamista, el partido Enahda.

Pero sabemos que en nombre de la soberanía popular puede invocarse una mayoría electoral para vulnerar los derechos de las personas. Estos sin embargo están garantizados en la constitución tunecina. Por ejemplo, esa constitución no sólo garantiza la libertad de culto, sino además la libertad de conciencia y creencia. Es decir, una persona puede cambiar de religión a voluntad, o simplemente prescindir de toda creencia religiosa (tema aún controversial en la legislación de los demás países de mayoría árabe). Además la constitución tunecina establece la plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Como garantía de lo anterior, esa constitución establece la primacía de los convenios internacionales de derechos humanos suscritos por el país por sobre la legislación nacional. Y cabría mencionar una vez más más que todo ello se aprobó con una mayoría calificada (más de dos tercios) que incluía al principal partido islamista del país (Enahda, que contaba con 40% de los escaños).

En resumen, lo que ISIS parece temer es la posible consolidación de lo que es en esencia una democracia secular en un país de amplia mayoría musulmana, contando para ello con la participación de un partido como Enahda, en parte del cual opera una transformación que podría convertirlo en un partido pos islamista (según la denominación de Gilles Kepel, por asociación con la evolución de parte de la Democracia Cristiana europea, que en el período de la pos guerra dejó progresivamente de ser una fuerza política asociada al Vaticano, para convertirse en partidos seculares de inspiración cristiana).  

A lo cual habría que añadir la más reciente némesis de ISIS en territorio sirio: las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en dialecto kurdo), brazo armado del  Comité Supremo Kurdo. Este último es el gobierno secular que prevalece de facto en las regiones de mayoría kurda en el noreste de Siria, en donde ha establecido como órgano de decisión asambleas populares que reservan cuotas para las mujeres y las minorías étnicas. En las últimas semanas esas milicias (que cuentan con mujeres combatientes), han realizado avances significativos en el norte de Siria a expensas de las huestes de ISIS.

Esa es la razón por la que desde el gobierno turco se habla ahora de una posible intervención militar directa en Siria: las YPG serían una creación del Partido por la Unidad Democrática, fuerza política de base kurda aliada del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en dialecto kurdo) con base en Turquía, y que libró una guerra civil contra el Estado turco. Las YPG niegan ese origen porque el PKK es calificado como una organización terrorista tanto por los Estados Unidos como por la Unión Europea. Pero mientras el gobierno turco no se llama a engaño sobre el origen de las YPG, los Estados Unidos prefieren no parar mientes en su origen, y facilitan el avance de las milicias kurdas a través de sus bombardeos contra posiciones de ISIS.

¿Qué podrían tener en común los demócratas seculares e islamistas de Túnez, los izquierdistas seculares del YPG, y los militantes de ISIS? Que todos, cuando menos en su origen, son musulmanes, y la gran mayoría de ellos proviene de la rama sunní de esa religión. Menciono esto último por esa inveterada costumbre de creer que basta con invocar a un ente abstracto llamado “Islam” para entender lo que pasa en Medio Oriente, y que cuando eso no parece alcanzar, basta con añadir la división entre sunníes y chiíes dentro del Islam para que todo tenga sentido. Si incurre en semejante acto de pereza intelectual, luego no se queje cuando la política internacional le parezca ininteligible.

Países
Autores