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¿Nos estamos acercando a un punto de quiebre en Venezuela?
Lun, 24/02/2014 - 22:54

Juan Carlos Hidalgo

La Marina estadounidense en aguas costarricenses
Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo es analista de políticas públicas sobre América Latina en el Cato Institute. Escribe frecuentemente sobre temas de actualidad y sus artículos han sido publicados en los principales periódicos latinoamericanos como La Nación (Argentina), El Tiempo (Colombia), El Universal (México) y El Comercio (Perú). También ha sido entrevistado en medios internacionales como BBC News, Al Jazeera, CNN en Español, Univisión, Telemundo, Voice of America, Bloomberg TV, entre otros. Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Costa Rica y sacó su maestría en Comercio y Política Pública Internacional en George Mason University.

Hoy podría ser un día muy trágico en la historia de Venezuela. Dos marchas multitudinarias, una de la oposición y la otra organizada por el gobierno, se encuentran en las calles de la capital y podrían toparse en el mismo distrito. El régimen de Nicolás Maduro prohibió la marcha de la oposición y amenazó con violencia si sus manifestantes intentan ingresar al municipio del Libertador, en el centro de Caracas. Las cosas podrían ponerse muy feas.

Las tensiones han ido aumentando desde la semana pasada cuando decenas de miles de personas, mayormente estudiantes, tomaron las calles para protestar contra del gobierno. La mano dura con la cual el régimen ha respondido casi que no tiene precedente. Al menos tres personas han muerto, muchos han sido detenidos y otros tantos permanecen desaparecidos. Los estudiantes que han sido liberados denunciaron que fueron torturados y violados mientras estuvieron en custodia. Además, el gobierno emitió una orden de arresto en contra de Leopoldo López, el ex alcalde del distrito de Chacao y uno de los líderes más emblemáticos de la oposición. Como líder de la marcha de hoy, López ya se entregó a la Guardia Nacional.

Debemos tener en cuenta algunas cosas conforme se desarrollan estos sucesos:

Una gran porción de la población está harta: Esta no es la primera vez que decenas de miles de venezolanos se lanzan a las calles para protestar contra el gobierno. Sin embargo, conforme la aguda crisis económica recrudece, el nivel de desesperación en la población, particularmente los venezolanos de clase media, está llegando a un punto de ebullición. El índice de escasez muestra que más de uno de cada cuatro productos básicos no está disponible en los estantes. Largas filas son cosa de todos los días en los supermercados. Cuando la gente finalmente logra encontrar un producto, ve que su ingreso para comprarlo está cayendo rápidamente. La tasa de inflación oficial llegó a 56% el año pasado, pero según el Proyecto de Monedas Problemáticas de mi colega Steve Hanke, la tasa de inflación anual implícita realmente es de 305%. El crimen ha deteriorado significativamente las condiciones de vida: Venezuela es uno de los lugares más peligrosos del mundo con casi 25.000 homicidios en 2013 -una tasa de homicidio de 79 asesinatos por cada 100.000 habitantes. El país se está convirtiendo rápidamente en un lugar invivible y muchos venezolanos creen que ya no tienen nada que perder.

El gobierno hará cualquier cosa para mantenerse en el poder: Estas son palabras casi literales de este fin de semana de Nicolás Maduro, quien incluso dijo que a él no le importa que lo llamen dictador. Las personas que temen que ocurra una guerra civil en Venezuela no comprenden que solamente un bando está armado: el gobierno y sus partidarios. El régimen de Maduro, cuyo aparato de seguridad es ampliamente controlado por el servicio secreto de Cuba, ya ha reprimido brutalmente a los manifestantes. Las fuerzas armadas y la Guardia Nacional están firmemente alineadas con el gobierno y hay poca o nula probabilidad de que se resistan a infligir una violencia sin límites contra los civiles. Además, pandillas armadas de partidarios del gobierno, conocidos como los “tupamaros”, actúan libremente con la complicidad de los servicios de seguridad y supuestamente estuvieron detrás de los asesinatos de un par de manifestantes la semana pasada. Es difícil creer que se de una guerra civil cuando solamente un bando está armado.

La verdadera amenaza para Maduro es interna: La oposición está desarmada y no constituye una verdadera amenaza a la permanencia de Maduro en el poder. Sus verdaderos enemigos están dentro de su gobierno, especialmente aquellos ligados al ejército y que son cercanos al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Cualquier señal de debilidad por parte de Maduro podría darle luz verde a esta ala del chavismo para que tome el poder. Maduro sabe esto y esta es otra razón por la cual es probable que ejerza una represión sin límites contra los manifestantes.

Los países latinoamericanos respaldarán a Maduro o permanecerán en silencio: Maduro no tiene que preocuparse acerca de la comunidad internacional, al menos no de sus contrapartes latinoamericanos. Mercosur ya ha emitido un comunicado declarando su solidaridad con el régimen venezolano. Pronunciamientos similares fueron emitidos por los gobiernos izquierdistas de Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Por otro lado, las naciones latinoamericanas con democracias más maduras como México, Colombia, Perú, Chile y Costa Rica han mantenido silencio, ya sea por cobardía o cinismo, y probablemente lo seguirán guardando. De manera que el gobierno venezolano tiene rienda suelta para reprimir a su pueblo sin tener que rendirle cuentas a sus vecinos o grupos regionales como la Organización de Estados Americanos o la Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños. Además, el gobierno venezolano simplemente ignorará cualquier crítica que venga de Washington o Bruselas.

No habrá una salida fácil. La pregunta es si la oposición será intimidada por la amenaza de violencia, como ha sido el caso antes, o si continuará en su lucha incluso si eso significa que haya más víctimas. Me inclino a pensar que las cosas se pondrán color de hormiga.

*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos El Cato.org.

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