Hace solo unos días ha terminado la Vigésima Tercera Olimpiada de Invierno, esta vez realizada en Corea del Sur, en la ciudad de PyeongChang. Desde la perspectiva y análisis deportivo quedará en los registros que el país ganador fue Noruega, mientras que el segundo y tercer lugar lo ocuparon Alemania y Canadá, respectivamente. También que el anfitrión obtuvo un prometedor y destacada séptima posición.
Sin embargo, más allá del desfile en el cual marcharon unidas las dos Coreas en la ceremonia inaugural y de clausura, los Juegos también tienen un análisis de alta política e invitan, más bien nos obligan, a preguntarnos dos cuestiones fundamentales: ¿cuál de las dos Coreas, desde la perspectiva de política internacional, fue la ganadora de estos Juegos Olímpicos? Y ¿cuáles pueden ser las consecuencias políticas de estos Juegos para el este de Asia, el Asia-Pacífico y los grandes actores globales que hoy confluyen en este?
En la primera de las preguntas se debe, primero que todo, realizar una aproximación bilateral: las dos Coreas ganaron. Ambas lograron un "detente" en el que existió una aproximación y canales reales de encuentros. Empero, pareciera que para Corea del Norte este fue un momentum del cual ha logrado sacar una mayor ventaja diplomática. Propuesto por Kim Jong Un, aceptando la invitación a participar en los juegos de invierno, Corea del Norte se hizo presente en los Juegos Olímpicos de Corea del Sur, concretando una visita oficial comandada por su hermana Kim Yo Jong. De este modo, los encuentros de Yo Jong con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae In, y con el máximo representante del Ministerio de Unificación, proyectaron al mundo una Corea del Norte deseosa de resolver por la vía diplomática la coexistencia de ambos países. Además, el paradigma en las relaciones de las dos Coreas alcanzó un nuevo nivel con la invitación formal para que el presidente de Corea del Sur visite Corea del Norte.
De este modo, para Corea del Sur la iniciativa de su contraparte ha resultado en un serio desafío. Desde mi perspectiva, en una compleja coyuntura y frente a un país que recientemente se ha declarado como una potencia nuclear, para los surcoreanos es una cuestión clave resolver la sinceridad y transparencia que el discurso de los norcoreanos tiene en relación a la reunificación.
Así, entonces, el que Corea del Sur inicie un acercamiento, bajo los parámetros limitados que propone Corea del Norte, implican cuestiones que no solo afectan a los surcoreanos, sino que a la región y al mundo.
La segunda pregunta es aún más compleja y nos empuja a intentar reflexionar sobre un juego estratégico de los involucrados en esta parte del mundo y que son también generadores de reglas en el sistema internacional. Por un lado, el actual acercamiento entre las Coreas delata la ahora confirmada pérdida (aun relativa) de poder de Estados Unidos en la región. También, el rol cada vez más potente, pero además de gran factura, de China y Rusia en la crisis nuclear de Corea del Norte. Desde esta perspectiva, Estados Unidos y Japón se van quedando más solitarios y con menos capacidad de presión sobre la eliminación total y completa del Programa Nuclear y de Misiles de Corea del Norte. Por esto la zona del Asia-Pacífico hoy es más compleja.
Efectivamente, bajo el alero de los Estados Unidos, desde 1945, hoy debe resolver si retornar (metafóricamente hablando) o no a la región. Dicho de otro modo, debe resolver si estará bajo las reglas Chinas o si seguirá bajo las de Estados Unidos; así como también, como una tercera alternativa, crear y manejar las actuales fuerzas para alcanzar un equilibrio de ambas influencias, donde el objetivo sea aprovechar a ambos actores globales.
En el primero de los escenarios, asegurará tener un vecino nuclear bajo la Pax-China. En el segundo contexto, lo seguirá poniendo en una tensión permanente, donde la posibilidad de una guerra es cierta y la cual es su último deseo. En la tercera alternativa, eventualmente en un difícil contexto en equilibrio entre ambas potencias, sería la promoción de la convivencia norte-sur sobre la base del statu-quo, permitiendo quizás avanzar en un proceso de reunificación de la península. Es por esto que para Corea del Sur también es central proceder con prudencia y con un certero y preciso manejo de la incertidumbre, que hoy se ha apoderado de la región.
Después de todo, quizás estas Olimpiadas podrían quedar en la historia como el punto de inflexión en el establecimiento de la paz en la península, la región y la comunidad internacional, de tal forma que con el tiempo se pueda sostener que en 2018 ambas Coreas ganaron al permitirse un acercamiento político que traspasó la incertidumbre y fue central en un entendimiento bilateral.