La negociación para organizar la salida voluntaria del Reino Unido de la Unión Europea (UE) no será fácil, pero al menos en este tema los 27 países de la comunidad están en sintonía. Mucho más difícil será sancionar a aquellos países de la UE que violen los principios del bloque y que al mismo tiempo pretendan ser parte de él.
Si Polonia no cambia de curso, para la primavera de 2018 la UE se verá obligada a declarar, por primera vez en sus 61 años de existencia, que uno de sus integrantes no logra mantener el estado de derecho y por ende no califica como país miembro de la Unión.
La aplicación de este procedimiento, que se conoce como el Artículo 7 del Tratado de Lisboa, produciría una brecha en la UE, originada en una profunda falta de confianza entre algunos países miembros.
La disputa va más allá de la terquedad del gobernante partido polaco Ley y Justicia, que acusa a la UE de socavar la soberanía del país. El conflicto también tiene que ver con los países aledaños a Polonia, que no parecen haber llevado a cabo por completo la transición de la dictadura comunista al sistema democrático, basado en el estado de derecho.
Los gobiernos populistas de Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría en particular, se rehúsan a aceptar ciertas leyes de la UE o a implementar decisiones mayoritarias sobre políticas migratorias y, por ende, estos países desestiman las leyes que ellos mismos aceptaron al entrar al bloque.
Se trata de principios
A los actuales líderes de Polonia y Hungría y aquellos que piensan igual se les debe recordar cómo su ingreso al bloque de la UE ayudó a superar las divisiones en el continente. ¿Podrá la UE forzar a estos países a respetar el estado de derecho? Esa será la gran interrogante de 2018.
¿Tendremos que quedarnos de brazos cruzados y permitir que continúen en sus respectivos trayectos? De ser así, resultaría imposible para la unión continuar operando como lo ha hecho hasta ahora. Sería el fin de la UE.
Lograr un consenso para lidiar con estos países será complicado, ya que muchos partidos de la derecha populista han ascendido al poder en varios Estados miembros. Austria es el ejemplo más reciente y existe la posibilidad de que ocurra también en Italia en marzo de 2018.
Recortar fondos, si es necesario
Lo más sorprendente del discurso nacionalista de Polonia y Hungría es que, por un lado, ambos países reciben felizmente la ayuda económica de la UE, mientras que por el otro despotrican contra el sistema de la UE y desprecian sus principios.
Hasta ahora, las advertencias y amenazas de la UE han sido ignoradas. Pero todo podría cambiar el próximo año, cuando comiencen las negociaciones del presupuesto del bloque. Polonia se ha beneficiado enormemente de los fondos estructurales y subsidios agropecuarios. Si se aplica el Artículo 7, Polonia podría ser expulsada del mercado unitario antes del 2021, lo cual propinaría un duro golpe a la economía polaca y restringiría severamente el libre traslado de sus trabajadores en el continente.
Podríamos tener la esperanza de que los votantes en Polonia castiguen al actual gobierno en las urnas en unos dos años. De lo contrario, Polonia tendría que ser expulsada del bloque. Peor aún es lo que pasaría si los populistas de derecha gradualmente toman las riendas de la UE. Supondría un retroceso al bloque, de una comunidad de valores compartidos a una simple unión aduanera.