En el Perú, más de 220 mil familias viven de la producción y comercialización del café, sin embargo, cada año su situación económica se agudiza. La razón es que para la mayoría de los caficultores, a diferencia de sus pares en Brasil, Colombia o Vietnam, el café ya no es rentable.
El precio internacional del café convencional sigue sin superar los US$ 100 por quintal, mientras que el costo de producir la misma cantidad en el Perú es mayor a los US$ 120. ¿Por qué? A diferencia de los productores de Vietnam o de Brasil, los del Perú producen menos volumen por hectárea.
Los agricultores de dichos países poseen una mayor extensión de tierra que sus pares peruanos. Además, sus costos de producción son más bajos, porque utilizan mayor tecnología en la etapa de producción y postcosecha, y/o porque los insumos agrícolas -como fertilizantes o agroquímicos- que utilizan para producir están subvencionados.
Según estadística del Censo Nacional Agropecuario (Cenagro), el 95% de los agricultores peruanos que se dedican a este cultivo cuenta con menos de cinco hectáreas, extensión de tierra que es insuficiente si no producen un volumen significativo. La baja productividad también es un problema. El rendimiento nacional promedio es inferior a los 15 quintales (840 kilos) por hectárea, cifra que es duplicada por Brasil.
La suerte todavía no está echada. Como punto de partida, el caficultor debe apuntar a producir más café en menos espacio. Para ello deberá ser más riguroso en el manejo del cultivo (siembra, fertilización, defensa para la planta y poda adecuada) y en la etapa de postcosecha (despulpado, fermentación, lavado y secado del grano). Existen casos ejemplares en zonas productoras como Jaén o Moyobamba en las cuales los productores logran más de 50 quintales por hectárea. La rigurosidad y cuidado se aprende. Varias empresas del sector privado que cuentan con el conocimiento necesario podrían comprometerse a transferirlo a través de charlas y capacitaciones.
Otra alternativa para el caficultor es apostar por la producción de cafés especiales. En este tipo de café prima la calidad de taza. A mayor calidad, mayor será el precio que pagará el mercado para obtenerlo. Un quintal de café con una calidad de taza superior a los 88 puntos puede llegar a bordear los US$ 1.000. Nuevamente, la clave reside en la rigurosidad y en la aplicación dosificada de insumos agrícolas eficientes, tecnológicos y amigables con el medioambiente. Producir café de calidad y en cantidad, sí se puede.
Resulta indispensable que el gobierno, el sector privado, la sociedad y los gremios acompañen el campo con programas de transferencia de conocimiento, que brinden herramientas a los medianos y pequeños agricultores para adoptar buenas prácticas agrícolas que los hagan más competitivos.