Tras la fuerte reacción de Estados Unidos y la Unión Europea a la crisis financiera de 2008, aparecieron los efectos de dicha reacción: los déficit fiscales y las deudas acumuladas se desbordaron. En otras palabras, el aumento del gasto público para apagar el descomunal incendio provocado por el sistema financiero norteamericano, puso en evidencia problemas estructurales en Estados Unidos y Europa. En especial, en Europa se han desencadenado problemas que de pronto no se hubiesen desencadenado sino en una o dos décadas.
Si bien es discutible que la crisis esté superada, Estados Unidos empieza a mostrar ciertos síntomas de recuperación. Pero en la zona euro la cosa es diferente. Aún no aparecen buenas noticias que permitan ver la luz al final del túnel. El año 2013 inició con cierta calma para la zona euro en comparación al año anterior. Es importante recordar que al principio de 2012 existía una gran incertidumbre sobre lo que ocurriría con el euro y con la zona.
Para hacer la historia corta, tras el tratado de Maastricht en 1993, se configuró lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Una zona de 27 Estados miembros en la cuál los bienes y servicios, así como sus ciudadanos, pueden moverse libremente sin pagar aranceles o experimentar trabas. El primero de enero de 1999, inició a funcionar el mecanismo más revolucionario para facilitar la movilidad de bienes y servicios al interior de la zona: el euro. El euro no sólo implicó eliminar las monedas de cada país para dar paso a una sola moneda (hoy 17 de los 27 estados miembros emplean el euro como moneda oficial y a estos países se les conoce como la zona euro.), sino también la renuncia de estos países de emplear la política monetaria como herramienta para estimular sus economías. Los beneficios de tal renuncia parecían evidentes en ese momento. La movilidad se facilita.
A principios del 2012, la pregunta era si el euro podría sobrevivir el año. Y se llegó a especular la salida de varios países de dicha zona. De hecho, la fuente de inestabilidad en la zona euro ha cambiado. Primero fue Irlanda, seguido por Grecia, Portugal, España, Italia y ahora Chipre. Hoy ya no se pone en duda la estabilidad del euro, pero las economías de la zona siguen en cuidados intensivos y lo que ocurra en Chipre en los próximos días puede definir el porvenir de esas economías.
Si bien los problemas de cada uno de esos países son diferentes, todos las causas terminan manifestándose en el mismo síntoma: una deuda pública muy alta e impagable y un sistema financiero en riesgo de quiebra. Y cómo existe una gran interconexión entro los países de la zona, una quiebra en el sistema financiero de un país, por más pequeño que sea, puede implicar un efecto dominó sobre todo el sistema financiero europeo y mundial. Hasta ahora, en todos los casos la Comisión Europea ha tratado de solucionar el problema respaldando la deuda de los países con un rescate financiero. Es decir, inyectando recursos al país para evitar la quiebra.
Pero el caso de Chipre parece ser el que está rebozando la tasa de la Comisión Europea. En este caso, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional le han exigido a Chipre que reúna 5,8 miles de millones de euros para poder obtener el paquete de rescate financiero del orden de 10 mil millones de euros. Esto implica para Chipre encontrar recursos que corresponden al 40% de su PIB, ¡una cifra muy alta!
Naturalmente, un país al borde de la quiebra no tiene mucho de donde sacar recursos. Ya no tiene cómo pedir prestado y la única forma de conseguir recursos es aprobar impuestos. Estamos hablando de una pequeña isla que no tiene muchos recursos naturales y que su economía es muy pequeña.
Su crecimiento lo había fundamentado en el sistema financiero, pues se había convertido en un paraíso financiero que atraía recursos, en especial de Rusia. Así, la única parte donde hay recursos de esa magnitud son las cuentas bancarias. Esto llevó al gobierno de esa pequeña isla a intentar conseguir recursos del mismo sistema financiero que está en peligro de quiebra.
¿Cómo? Cobrando impuestos por el dinero que se encuentra en cuentas de ahorro. El plan que está en votación en el parlamento chipriota implica cobrarle 15% a los ahorradores con más de 100 mil euros en sus cuentas. Este proyecto de ley está creando un problema aún más grande: los ahorradores están corriendo a sacar sus ahorros de los bancos antes que entre en rigor este nuevo impuesto. Así, el viernes en la noche el parlamento tuvo que aprobar de urgencia una ley para restringir el monto de las transacciones financieras y así evitar que los banco se quiebren porque todos los ahorradores llegan al mismo tiempo a pedir su dinero. Así, la situación en Chipre está bastante delicada y los ojos del mundo están puestos en esa pequeña isla del Mediterráneo.