No fue sorpresa que John Bolton rechazara airadamente el fallo de la Corte Internacional de La Haya, que instó a Estados Unidos a levantar parte de las sanciones que volvió a aplicar a Irán, ni que pusiera en duda al máximo tribunal de las Naciones Unidas. El asesor de seguridad de la Casa Blanca solo puso en práctica lo que el presidente Donald Trump ya había dicho pocos días antes en Nueva York, en la Asamblea General de la ONU.
La lucha de Trump contra la "ideología del globalismo”
Trump arremetió allí contra la "ideología del globalismo” y todas las instituciones que, a su juicio, socavan la soberanía de un país, y en especial la de Estados Unidos. A fin de cuentas, según él, cada nación debe vivir de acuerdo sus tradiciones. De eso deriva su Gobierno el derecho a aplicar masivas sanciones contra otro país.
La Corte Internacional de La Haya ni siquiera exigió a Washington dejar sin efecto todas las sanciones, sino solo aquellas que amenazan la seguridad del tráfico aéreo y obstaculizan la ayuda humanitaria. Pero eso no le importa a un John Bolton, que ahora pone en tela de juicio todos los tratados estadounidenses relacionados con la Corte Internacional, dado que considera que sus fallos son "instrumentalizados políticamente e inefectivos”, solo porque no concuerda con ellos. Su crítica no apunta solo contra la exhortación de los jueces a levantar una parte de las sanciones, sino que pone en duda, sustancialmente, al propio tribunal.
Esto es peligroso, porque Trump y Bolton ya ni siquiera guardan la apariencia de respetar las instituciones multilaterales y el derecho internacional. Más bien, propagan la ley del más fuerte. De ese modo ponen, sin embargo, en peligro una estructura mundial de seguridad que, desde el término de la II Guerra Mundial, no ha podido evitar muchas guerras y conflictos, pero por lo menos ofrece una plataforma para hacer que todos los actores asuman su responsabilidad. Se trata de que no gane el más fuerte, sino el Derecho.
También los más fuertes deben tener interés en la cooperación
Ciertamente, las Naciones Unidas requieren reformas. El Consejo de Seguridad se bloquea a sí mismo y se vuelve inoperante. Pero eso no justifica pasar por encima de las instituciones de la ONU. También los más fuertes deberían tener interés en preservarlas y colaborar con ellas. Algún día podrían dejar de ser los más fuertes y remitirse al Derecho.