Brasil ha logrado avances notables en materia social durante la última década y media. Millones de familias han dejado atrás la pobreza extrema, y el acceso a la educación y la salud se ha ampliado gracias a una serie de intervenciones sociales bien focalizadas, como la Bolsa Família, el programa de transferencias monetarias condicionadas. Fue un privilegio observar algunos de estos avances concretos cuando viajé a Brasil la semana pasada.
Me reuní con Tereza Campello, la Ministra de Desarrollo Social de Brasil, que me explicó la red de programas sociales del país y fue nuestra guía en una visita al Complexo do Alemão, un vecindario de favelas en la zona norte de Río de Janeiro al que llegamos en el nuevo teleférico que une distintos barrios ubicados en las colinas de la zona. Se trata de un gran ejemplo de infraestructura que ha contribuido en gran medida a mejorar las oportunidades económicas de la población, que ahora dispone de un medio rápido de transporte y acceso a la ciudad. Las propias estaciones son también puntos focales de los esfuerzos orientados a mejorar la vida diaria de los habitantes de Río de Janeiro, ya que alojan importantes servicios como son un centro juvenil, una oficina de asistencia social, una biblioteca pública, un centro de capacitación para microemprendedores, e incluso una pequeña sucursal del banco que distribuye las asignaciones mensuales de Bolsa Família.
En la estación de Alemão me reuní con varias mujeres que han abierto exitosamente pequeños negocios en sus propias comunidades gracias a la ayuda de los programas destinados a microemprendedores. Mujeres como Regina Celia, que me explicó que ahora puede trabajar gracias a los servicios de guardería; Solange, que tiene un pequeño negocio de cosméticos; y Cristiane, que administra un albergue. Vi a algunos de sus hijos, que estaban practicando capoeira, un arte marcial brasileño (¡o quizás un baile!) en el centro juvenil. Las historias de todas ellas son una fuente de inspiración, y me quedé impresionada con los esfuerzos en apoyo a la mujer para que ésta pueda ser una emprendedora exitosa e independiente en su propia comunidad.
Esta visita le dio un significado concreto a algo que Joaquim Levy, el Ministro de Hacienda, repite a menudo: uno de los principales objetivos del fortalecimiento de las finanzas públicas brasileñas es garantizar la sostenibilidad de los programas sociales. Es alentador comprobar que el gobierno brasileño está siguiendo esa estrategia:
• Para estabilizar la deuda pública bruta, el gobierno anunció como meta un superávit primario de 1,2% del PIB en 2015 y no menos de 2% del PIB en 2016 y 2017, lo cual, sumado a la finalización de los préstamos al sector bancario público, deberá poner a la deuda pública en una trayectoria decreciente.
• Un elemento clave de la estrategia consiste en reducir o eliminar subsidios ineficientes, no focalizados y costosos; en ese sentido, el gobierno ha ajustado algunos precios administrados, como son los de la electricidad y los combustibles.
• Al mismo tiempo, el Banco Central, mediante el uso de la política monetaria, busca llevar la inflación a la meta de 4,5% y evitar los efectos de segunda ronda de los aumentos de los precios administrados y la depreciación del real.
Aunque las políticas macroeconómicas podrían afectar a la demanda en el corto plazo, beneficiarán a la totalidad del pueblo brasileño a más largo plazo. De hecho, en el seminario sobre regímenes de metas de inflación organizado por el Banco Central, señalé que la implementación de estas medidas tendrá un efecto favorable en la credibilidad y la confianza, que a su vez deberían hacer posible la reanudación de un crecimiento positivo en 2016.
El gobierno también está llevando a cabo importantes acciones del lado de la oferta, como el programa de concesión de infraestructura. El reciente informe del FMI sobre la economía brasileña analiza otras reformas—algunas de las cuales el gobierno está analizando—encaminadas a mejorar la competitividad e incrementar el potencial de producción de la economía.
Dada la continua desaceleración de la demanda mundial, no cabe duda de que Brasil —al igual que otros países de América Latina— se enfrenta a condiciones externas más difíciles. Las políticas económicas que Brasil está emprendiendo están encaminando bien al país; ahora, el reto consiste en aplicarlas. El FMI respalda los esfuerzos de Brasil por fortalecer las políticas fiscales y monetarias sin sacrificar las políticas sociales exitosas.
Estos son algunos de los temas sobre los que dialogué con la presidenta Dilma Rousseff, los ministros Levy y Nelson Barbosa, y el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini. Convinimos en que con perseverancia y las políticas adecuadas, Brasil tiene a su alcance un gran porvenir.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Diálogo a Fondo del FMI.