En el Día Mundial de la Energía, surge la reflexión sobre cómo potenciar el uso de fuentes alternativas y renovables, con impacto positivo en los esfuerzos en torno a la sostenibilidad y a una economía que avanza hacia la carbono neutralidad.
Además de las fuentes renovables como el viento (energía eólica), agua (hidroelectricidad) o el sol, la sociedad genera una cuarta fuente “renovable” de energía: Los residuos.
¿Por qué renovable?
Porque, a pesar de los esfuerzos de minimización, reutilización y reciclaje, aún existe una proporción relevante de materiales residuales de la que es necesario hacerse cargo. Por una parte, están los orgánicos que, solamente en los residuos domiciliarios corresponden a más del 50% de la generación total, mientras que al mismo tiempo aparece la fracción potencialmente reciclable, que contiene en promedio entre un 20% y un 30% de materiales no reciclables.
Su destino, lamentablemente, por mucho tiempo ha sido la disposición final no controlada o, con un poco de suerte, el relleno sanitario. Precisamente son en estas componentes orgánica y fracción no reciclable donde los residuos ofrecen la oportunidad de avanzar hacia una generación de energía limpia y sostenible.
La fracción orgánica, tanto domiciliaria como industrial, puede convertirse, mediante soluciones tecnológicas de biodigestión, en una fuente de energía eficiente y confiable, a través de la generación eléctrica y/o simplemente de calor.
Por otra parte, la fracción no reciclable que resulte de la clasificación de, por ejemplo, envases y embalajes, ofrece su potencial calorífico para ser convertida en combustible, internacionalmente denominado Combustible Derivado de Residuos (CDR), que se ha consolidado como una fuente sostenible de energía térmica para la industria del
cemento, al desplazar el uso de combustibles fósiles como el carbón o el petcoke, con los consiguientes beneficios ambientales tanto en la gestión sostenible de residuos como en la disminución en emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta tecnología, que combina una gestión eficiente de residuos con la disminución en la demanda de combustibles fósiles, es denominado Co-procesamiento, y es recomendada por la ONU a través de la Convención de Basilea, como una opción sostenible de valorización de la fracción no reciclable de los residuos.
Es así entonces que, en el Día Mundial de la Energía, ¡los residuos dicen presente! Lo que no resta importancia ni energía, valga la redundancia, a los esfuerzos de minimización en su generación, ni al respeto irrestricto a la jerarquía para la gestión de residuos.