Si se toma las vías rápidas de Lima, carreteras conocidas como Evitamiento o Panamericana u otras como la Circunvalación, se ven letreros enormes de personajes famosos de la farándula y otros rubros haciendo propaganda política a favor del “No”. En estos mega carteles, se habla de la discriminación, la exclusión, entre otros, como argumentos de razonamiento electoral. El discurso es equivocado. Aquí el pelito es político, no social, o de otro tipo. A la gente se le quiere hacer creer otro tipo de historias. Veamos los titulares de los tabloides y saquemos conclusiones.
Lima es una ciudad que bordea los diez millones de habitantes, gran parte de ellos votarán en unas semanas para decidir la permanencia de su alcaldesa, Susana Villarán (el NO a favor de ella y el SÍ en contra de ella). Además se votará por la revocatoria de cada regidor con lo que estamos ante el proceso electoral más engorroso y largo de la historia del Perú. Así, las noticias de los medios de comunicación peruanos giran en torno al tema.
Gran parte de los limeños acostumbrados en los últimos años a mega proyectos de infraestructura vial -que son absolutamente necesarios en una ciudad cuyo parque automotor crece a tasas exorbitantes por el boom económico sustentado en el consumo interno- de los anteriores alcaldes, han mirado con preocupación que se no se presenten obras contundentes de cemento o de otro tipo. Además, algunas medidas que han afectado directamente a los transportistas públicos han hecho que muchos limeños, sobre todo de los niveles socioeconómicos menos acomodados, vean a la Villarán con no muy buenos ojos.
La gestión de Villarán se destaca más por su labor cultural y por proyectos digamos más “progresistas”, lo cual no está para nada mal pero, si se considera que la ciudad tiene problemas muy graves de infraestructura, seguridad y necesidades básicas en general, el panorama no es tan alegre.
¿Qué tan positivo es que revoquen a nuestra alcaldesa? Pienso que la mayoría de los limeños votamos por ella; en las urnas decidimos que ella se encargaría de la ciudad, pero ahora al poco tiempo la queremos sacar y no consideramos que aún le queda un tiempo para demostrar su eficiencia u otro tipo de capacidad. Pregunto: ¿por qué no dejar que termine su mandato Villarán? Ella sola demostrará si el cargo le quedó grande o no y se sepultará políticamente o no y probablemente se lleve con ella a este nicho a toda la izquierda, pero dejémosla, total… nosotros mismos votamos por ella.
Auditémonosla adecuadamente si es que nos interesa tanto el control de su gestión. Eso sería fácil de hacer si es que las intenciones fueran las correctas y la política fuera dejada de lado, ya que la clase política empieza a salivar ante las próximas elecciones presidenciales.
Por otro lado, ¿cuánto nos cuesta esta revocatoria? ¿Estamos para estos gastos? ¿Han valorizado las casi 15 horas por personas de los tres miembros de cada mesa electoral? ¿El país está para perder el tiempo en esto? ¿No hay temas más importantes que éste, en el cual todos los peruanos deberíamos gastar nuestro tiempo?