Por lo general, las empresas se crean partir del sueño de sus fundadores, ya sea porque desean cumplir con alguna misión en sus vidas o simplemente porque como emprendedores desean desarrollar un negocio. Con el paso del tiempo, la necesidad de crecer y operar eficientemente concentra mucho de su atención, y los KPIs, presupuestos, planeamiento, reportes operativos, informes financieros, y demás asuntos similares, adquieren mucha importancia.
De tanto en tanto, conviene revisar en qué etapa se encuentra la empresa y cuál es su dirección actual, para constatar si efectivamente se mantiene en su propósito. Revisar la misión -original o actualizada- es muy útil para inspirar a la dirección actual de la empresa en el logro de sus metas, quizás en forma más eficaz que con simples KPIs.
Un reciente artículo de Forbes señala cuatro temas clave para definir o redefinir la misión: (i) ¿Qué es lo que hacemos? (ii) ¿Cómo lo hacemos? (iii) ¿Para quién lo hacemos? y (iv) ¿Qué valores brindamos?
Dichas preguntas definen el sentido del porqué y para qué existen las empresas, y cómo benefician a las sociedades y comunidades en que operan. En otras palabras, indican si la RSE es parte inherente del “core” de la empresa. Veamos algunos casos de compañías globales muy admiradas, según el último ránking de Fortune.
Apple: aun cuando su misión corporativa es diseñar las mejores computadoras personales del mundo y definir el futuro de los equipos y contenidos móviles, en un reciente video ha proclamado su 'intención' de una visión más cercana a sus usuarios. Señala (traducción libre): “Lo primero que nos preguntamos es: ¿cómo queremos que sienta la gente? Placer. Sorpresa. Amor. Conexión. Entonces empezamos a diseñar en torno a nuestra ‘intención’. Toma tiempo… hay miles de no por cada sí. Simplificamos. Perfeccionamos. Comenzamos otra vez. Y sólo cuando lo que hacemos mejora la vida de quienes tocamos, recién entonces firmamos nuestro trabajo “Diseñado por Apple en California”.
Coca Cola: de manera similar, señala que su propósito es “refrescar al mundo, inspirar momentos de optimismo y felicidad, y crear valor haciendo una diferencia". La misión de Google es “organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil”. La de Starbucks: “Inspirar y nutrir el espíritu humano. Una persona, una taza y un vecindario a la vez”.
La manera en que una compañía define y ejecuta su misión puede hacer la diferencia entre simplemente tener buenos productos y servicios y generar ganancias, o –por el contrario- tener una misión amplia que integre a sus consumidores y a las comunidades en las que opera.
Cuando una empresa, al producir bienes y servicios, toma en cuenta las necesidades de sus clientes y stakeholders, logra un nivel de inspiración diferente y adquiere una dimensión superior. Su perspectiva cambia y su motivación aumenta, incrementando así su potencial de innovar. Se pone en una condición mejor para enfrentar sus retos e imperativos.
El mundo está cambiando radicalmente a una velocidad nunca antes vista. Los efectos de la globalización, los cambios demográficos, el desarrollo tecnológico, las regulaciones, la competencia, las crisis económicas, las nuevas reglas de juego, y las lecciones del pasado y los retos del futuro, lo están trastocando todo.
La organización EY, cuya firma presido en el Perú, ha re-definido su misión como “Building a better working world”. Todo lo que hacemos gira en torno a ello. Cada empresa, por supuesto, tiene una forma particular de llevar a cabo su misión y de ejecutar su estrategia para generar valor. El tema relevante en cuestión es en qué medida la RSE está inmersa en el propósito de nuestros negocios.
Como dice Todd Zenger en su artículo “¿Cuál es la teoría de su empresa?”, publicado por HBR, el reto de la empresa actual no está en cómo obtener y sostener ventajas competitivas, sino en cómo encontrar formas innovadoras que generen valor y bienestar.
Incorporar la RSE en el “core” del negocio y basar la estrategia corporativa en función a ello, incrementa el valor de lo que se produce y entrega, y asegura la sostenibilidad y trascendencia empresarial.