Hungría y Eslovaquia argumentaron todo tipo de razones ante el Consejo Europeo para evitar la redistribución de refugiados. Sin embargo, el Tribunal de Justicia Europeo (TJE) declaró que esas cuotas de distribución acordadas hace dos años eran legales. Como acuerdo regulador, el Tratado de Lisboa permite que la mayoría tome decisiones y con eso debería ser suficiente. Pero ahora será cuando comience realmente el conflicto, porque se trata de política y no de jurisprudencia.
Reacción furiosa
El Ministro de Asuntos Exteriores húngaro reaccionó inmediatamente y habló de un juicio deficiente e irresponsable. La "verdadera lucha" contra la decisión sobre los refugiados comienza ahora. Por otra parte, Eslovaquia quiere aceptar el veredicto y retrocede en su enfrentamiento con Bruselas. El Grupo de Visegrado ya no está unido y las posiciones más duras siguen estando en Polonia, seguida de Hungría.
En particular, la propaganda contra los refugiados, los extranjeros y los musulmanes se ha convertido en el núcleo de la política de Viktor Orbán. Él afirma que lucha por un Estado étnicamente homogéneo. En realidad, ese odio va dirigido sobre todo contra los musulmanes, a quienes califica vilmente de terroristas.
El caso de Polonia es aún peor. Parece que el líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, pretende luchar aún con más fuerza por la llamada pureza del pueblo polaco. En el caso de Orbán, nunca se sabe cuando dejará de lado el cinismo y las posturas radicales de derecha para pasar a la práctica. Por el contrario, el polaco es un delincuente por convicción. Y está claro que ambos gobiernos se alejan cada vez más de los principios europeos.
¿Qué hacer?
La Comisión Europea pretende retomar la lucha para aplicar el veredicto. Por lo menos, tendrá la potestad de imponer sanciones monetarias, que tendrían que ser confirmadas de nuevo por el TJE. Al final de este proceso se podrían revocar las ayudas europeas que reciben ambos países, aunque un proceso de tal magnitud podría durar años.
Aún así, también se pueden tomar medidas inmediatas contra ambos instigadores. La comisión no aprobó la ayuda de 400 millones de euros para construir un muro en la frontera con Serbia. Entonces se habló de que la solidaridad no es una vía de sentido único. Pero eso solo son heridas superficiales. Otros proponen que los países rebeldes puedan liberarse de la obligación de acoger a refugiados a cambio de pagar sumas de dinero, pero eso también sería demasiado barato.
Principios europeos
La UE tiene un problema de base y es que algunos de sus miembros de Europa Oriental se están alejando y emprendieron un camino hacia dominios autocráticos de un solo partido con ideologías marcadamente fascistas. En Varsovia y Budapest ya no se trata de diferencia de opiniones, sino de principios. Dos países miembros están poniendo en duda sistemáticamente la base de la comunidad, y al mismo tiempo exigen que se les paguen millones de los presupuestos de la UE porque es su derecho. Para ellos, Bruselas solo es la caja para financiar la ampliación de sus dominios.
No se trata solamente del hecho de que la solidaridad no es una vía de un solo sentido, sino de que las bases políticas de la Unión Europa son obligatorias para todos. En la UE no tienen cabida las dictaduras. Y los gobiernos de los demás países miembros no pueden ocultarse, sino deben afrontar las discusiones con esos países que se desvían por rutas antidemocráticas. No es que sea una situación cómoda, pero es necesario hacerlo.