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Surge figura de peso capaz de derrotar a Netanyahu
Lun, 04/02/2019 - 09:09

Esther Shabot

Amos Oz, más allá de la literatura
Esther Shabot

Esther Shabot Askenazi es licenciada en Sociología de la UNAM (1980, México), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana (1982-1985). De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional", tratando asuntos del Oriente Medio. Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior, donde trata asuntos internacionales.

En los días siguientes el comentario más persistente en Israel era que, a pesar del malestar de muchos ciudadanos hartos de diez años de Netanyahu al mando, no había en el horizonte ningún candidato que despuntara como rival real. Todo parecía indicar que el más importante desafío a la continuidad de su rectoría radicaba, si acaso, en la alta probabilidad de que el fiscal general del país, Avijai Mandelblit, se pronuncie a favor de indiciar al aún actual primer ministro, debido a los casos de corrupción de los que está acusado. El anuncio del fiscal se espera para este mes de febrero y hay incertidumbre acerca de los distintos escenarios que podrían darse bajo la influencia del veredicto de Mandelblit.

Sin embargo, muy pronto apareció quien está convirtiéndose en un contendiente de peso en la carrera por encabezar el futuro gobierno: cundió el rumor de que uno de los generales israelíes más reconocidos, Benny Gantz, exjefe del estado mayor de 2011 a 2015, estaría formando un nuevo partido político, lo cual, en efecto, se vio ya confirmado. El lanzamiento oficial de dicho partido, de nombre Resiliencia israelí (Josen Leisrael), fue realizado oficialmente el martes pasado.  Sorprendentemente, de acuerdo a las encuestas del día siguiente, este nuevo partido ganaría de 22 a 23 bancas de las 120 que conforman el parlamento israelí, acercándose de entrada a las 29 que de acuerdo a los mismos sondeos ganaría el Likud, el partido de Netanyahu. Otro dato interesante fue que en un comparativo del miércoles pasado entre los dos personajes en cuanto a la preferencia del público para el puesto de primer ministro, Netanyhau y Gantz salieron empatados. 

¿Qué explica este despegue tan espectacular? Primero que nada, está sin duda el hartazgo de quienes no son simpatizantes de Netanyahu y estaban a la expectativa de un rostro alternativo. Gantz, con su aura de militar profesional, carismático y sin historia de corruptelas o errores en el desempeño de sus tareas -aunque también sin datos claros acerca de sus posiciones políticas- ha tenido una ventaja considerable para obtener un fuerte apoyo de entrada, en la medida en que se le aprecia como una figura fresca que podría satisfacer el anhelo de escapar al fin del puño de Netanyahu, cuyo desgaste personal por diez años de una gestión ciertamente polémica, es notable.

Además, en su comparecencia del martes pasado, Gantz lanzó una serie de propuestas atractivas para quienes desean el cambio: dejar de deslegitimar a las instituciones nacionales, pilares de la democracia israelí, tales como la policía, la Suprema Corte y la Fiscalía General. Esa deslegitimación ha sido una práctica sistemática de Netanyahu para defenderse ante los problemas derivados de sus presuntos actos de corrupción y sus desplantes de autoritarismo. Se comprometió igualmente Gantz a terminar con el clima de polarización y de divisionismo promovidos por el gobierno saliente. No más la táctica del ellos contra nosotros, del estímulo a la confrontación entre judíos y árabes, derecha e izquierda, religiosos y seculares. Una de sus primeras iniciativas ha sido también la de enmendar la controvertida ley del Estado-nación judío aprobada el año pasado, la cual representó una legislación discriminatoria contra las minorías nacionales.

Como militar, Gantz aseguró al público su compromiso irrestricto con la salvaguarda de la seguridad nacional ante el desafío de sus enemigos declarados: Irán, Hezbolá y Hamás principalmente. Pero respecto del candente tema de la paz con los palestinos, su postura fue un tanto vaga y elusiva, inclinada a mantener el statu quo actual, ya sea porque no comparte el proyecto de “dos estados para dos pueblos”, o porque su estrategia de campaña consistente en arrebatarle votantes al Likud y a otros partidos de la derecha, le aconseja mostrar, por lo pronto, una disposición a mantener vigente la política actual de asentamientos en Cisjordania y a refrendar la unidad de Jerusalén como ciudad unificada bajo control israelí. Faltando poco más de dos meses para los comicios, es prematuro aún pronosticar si en efecto, Gantz podrá desplazar a Netanyahu. Mucho influirá para el resultado final si el militar consigue sumar socios de otros partidos del centro y de la derecha moderada que estén dispuestos a apostar a su favor sacrificando cada cual sus aspiraciones personales de liderazgo. 

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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