En días pasados, el Ministro de Hacienda informó que radicará en el Congreso un nuevo proyecto para quitarle 3 ceros a todos los precios, facturas, monedas y billetes. Es decir, un corrientazo que hoy cuesta 7.500 pesos constaría 7 nuevos pesos (o como se denomine la nueva moneda) y cincuenta centavos. Si bien no se conocen aún los detalles en los medios se han esbozado dos argumentos para que esta vez si sea aprobada esta medida. Creo que es pertinente recordar que éste no es el primer intento por aprobar una medida de este tipo en la historia reciente.
En 1993, se radicó un proyecto que pretendía crear el “Nuevo Peso” y eliminaba tres ceros. Esta iniciativa fue archivada. En el 22 de agosto 2000 se radicó un nuevo proyecto muy similar. El proyecto se justificó en ese momento porque permitiría simplificar los procedimientos contables, las transacciones en dinero y a lograr el uso más eficiente de los sistemas de cómputo. El proyecto pasó tres debates en comisiones, en el cuarto debate, en la plenaria de la cámara, el 18 de junio de 2002 el Proyecto fue archivado tras la votación mayoritariamente negativa. Este fue el proyecto que estuvo más cerca de convertirse en Ley.
El 22 de julio de 2002, se radicó otro proyecto muy similar a los anteriores. Finalmente, el proyecto de Ley fue archivado en junio 20 de 2004 por Tránsito de Legislatura. En 2004 se radica un proyecto que seguía siendo muy similar a los anterior. Este proyecto no contó con el interés de la corporación y fue archivado por Tránsito de Legislatura el 20 de junio de 2005 sin debate alguno.
Posteriormente, el 27 de julio de 2010 se radica un proyecto muy similar que fue archivado el 4 de octubre de 2011 en el segundo debate tras una votación de 41 votos en contra y 15 positivos (43 abstenciones).
El 31 de marzo de 2016 se radicó un proyecto otra vez es muy similar a los anteriores y fue archivado por tránsito de Legislatura el 20 de junio de 2016, sin ningún debate.
¿Qué diferencias habría en este nuevo intento? Pues la verdad en la mecánica de la reducción de ceros no hay mucho espacio para innovar. Lo diferente en este caso es la adición de dos argumentos relativamente nuevos para soportar la medida. Por un lado, está un argumento del Ministro de Hacienda que ha anticipado en los medios de comunicación: la necesidad de facilitarle a los turistas extranjeros el uso del dinero en Colombia. Este argumento no parece muy razonable, si bien la visita de extranjeros a Colombia viene en aumento, no hay ningún estudio que muestre la poca complacencia de los turistas por tener que emplear billetes de 20 mil o 50 mil pesos. La evidencia internacional tampoco soporta esta idea. Por ejemplo, en Japón las denominaciones de los billetes son de mil, 5 mil y 10 mil yenes y no se encuentran estudios que documenten que los turistas se quejen por esto.
El otro argumento nuevo es la posibilidad de sacar de circulación dineros de origen ilegal que se encuntran “encaletados”. Con el cambio, estos billetes y monedas quedarían sin valor y esto estimularía a los ileagles a traer el dinero al sistema legal donde podrían ser detectados con facilidad. Este argumento parece ser el más fuerte, pero de pronto muy tardío. Como muestra la historia reciente como mínimo tendremos un trámite de dos años de esta medida para convertirse en Ley. Y posteriormente uno o dos años de transición. Es mucho tiempo como para evitar la entrada de los presuntos recursos encaletados por las FARC. Si esta era la intensión el “timing” de la propuesta del 2016 era perfecto, pero el Gobierno lo dejó hundir.
Es más, existen estudios (como el del profesor Mosley en 2005) que encuentran que este tipo de medidas son menos probable hacia el final de los gobiernos, antes de una nueva elección. Esos estudios explican que es menos probable que se dé en tiempos preelectorales, porque puede ser visto como una señal de fracaso del gobierno y por ende afectar negativamente los resultados electorales del partido que apoya el gobierno.
La verdad no veo ninguna razón para que esta vez prospere el proyecto de Ley. De hecho, existen aún muchas preguntas por resolver. ¿No sería mejor que el congreso discutiera proyectos de Ley que resuelva problemas estructurales de la economía colombiana como las pensiones? ¿Esos de dineros que implica el cambio no estarían mejor invertidos en otros asuntos? Este proyecto parece inadecuado para este momento político y de coyuntura económica.