El 2013 presenta un panorama mixto en la economía mundial. Estados Unidos, que acaba de evitar caer en el llamado “abismo fiscal” a través del incremento de impuestos a hogares de altos ingresos (aunque el oficialismo tuvo que ceder respecto a los montos), ha puesto sobre la mesa algunos elementos básicos para su recuperación gradual (el cual, según informa IHS Global Insight, estaría alrededor del 2%).
Haber superado el precipicio fiscal americano produjo a inicios de este año un impacto positivo en las bolsas mundiales. Algunos esperan que una recuperación –también gradual- en la economía global permitirá a Estados Unidos incrementar sus exportaciones. Sin embargo, en algunas semanas el país se encontrará nuevamente absorto en debates políticos sobre la aprobación del techo de crédito del gobierno, y en discusiones sobre el recorte de gastos.
En Europa, los esfuerzos del Banco Central Europeo y de los gobiernos de la zona euro han permitido reducir los riesgos financieros relacionados con la deuda soberana, y disminuir las tasas de interés de largo plazo. Si bien algunos países europeos del norte tendrán un crecimiento limitado o plano, los del sur seguirán en una profunda recesión, debido a los fuertes ajustes fiscales. Esta situación impactará, a su vez, en las naciones norteñas, a pesar de que el riesgo por la eventual salida de Grecia ha disminuido.
El último estudio trimestral de Ernst & Young para los 17 países de la zona euro prevé una economía estancada en el 2013 y un creciente desempleo que alcanzará a unos 20 millones de personas. Pronostica, además, un modesto crecimiento de 1,3% para el periodo 2014-2016, lo que confirmaría el temor de muchos sobre la “década perdida” en Europa.
En el frente asiático se estima que China –con un reciente liderazgo renovado- continúe con los pequeños estímulos que le han permitido limitar la duración y el alcance de la caída de su demanda interna, y se esperan incluso mayores estímulos con el nuevo Gobierno. Según los datos IHS Global Insight, el dinamismo de la región –combinado con cierta recuperación de Estados Unidos- permitiría a China crecer alrededor de 8% este año, aunque en un entorno volátil producto de los ajustes antiinflacionarios que se puedan aplicar.
El panorama antes descrito indica que los precios de los commodities continuarían en niveles similares al año anterior, con presiones a la baja por el modesto crecimiento global. Un crecimiento fuerte de China y el resto de Asia podría significar, en cambio, un impulso positivo en este mercado.
Por el lado peruano, se estima que el porcentaje de crecimiento de nuestro país sea similar al del 2012, pero con un presupuesto nacional que crecerá el doble de lo que creció nuestra economía en año pasado, y que será casi tres veces mayor que el presupuesto nacional de hace una década.
Esperamos, eso sí, que la reciente aprobación de la Reforma del Servicio Civil permita contar a la brevedad con –al menos- un nivel gerencial similar al de ese entonces, y con sueldos competitivos.
El Perú necesita mejores talentos en el Estado, que progresen en la carrera pública en base a una meritocracia efectiva. Asimismo, nos falta mejorar sustancialmente en simplificación administrativa, transparencia y rendición de cuentas.
Solo un Estado eficiente, y con procedimientos administrativos sencillos de ejecutar y supervisar, permitirá que el Perú explote todo su potencial, y mejorar sus niveles de productividad, con lo que se acortarán las enormes brechas que nos separan de los países desarrollados.
Si logramos mejorar sustancialmente la capacidad de nuestra gestión pública, seremos capaces de superar el importante déficit de ejecución del presupuesto público y llegar al 100%. Esa es la mejor manera de acortar las enormes brechas que aún tenemos (como la de agua y sanidad, electricidad, educación, salud, infraestructura entre otras).
Una buena gestión pública es fundamental para aprovechar la importante inversión que hace la empresa privada y repotenciar los enormes beneficios que ella genera a la población, especialmente en los entornos rurales menos favorecidos.
En este contexto, el Estado debe hacer todo el esfuerzo posible para lograr que cada hora y día de la gestión pública sea productiva y genere impactos verdaderamente positivos.