Se ha pretendido concebir a la devaluación como una solución automática para la transformación productiva del país. Sin embargo, cada vez que se ha ajustado el valor de la moneda frente al dólar a lo largo de los diez últimos años, se corrobora que la devaluación es utilizada principalmente para aumentar el ingreso fiscal.
Mientras estos ajustes no se acompañen con otras medidas estructurales, pierden totalmente su efecto y se vuelven a reeditar. Por lo tanto, todos los fenómenos asociados a una economía rentista que cae en ese ciclo vicioso de dejar que el dólar se aprecie exacerban la tendencia a importar de otros países lo que se debiera estar produciendo localmente. Al congelar el tipo de cambio, se subsidia el dólar y, por lo tanto, también se subsidian las importaciones que desplazan la producción nacional. En consecuencia nos mantenemos en un círculo vicioso: importamos porque no producimos y no producimos porque importamos.
En tales circunstancias, el ajuste cambiario de 4,30 a 6,30 bolívares por dólar es una medida brusca y necesaria, pero no suficiente. Esta devaluación ha sido tardía, parcial e incompleta, toda vez que se trata de instrumentar una política cambiaria integral, sin embargo, necesariamente debe ser complementada con otras decisiones en materia de política fiscal, en materia de política cambiaria, en materia de política de precios y en materia de políticas sectoriales, agrícolas, industriales y tecnológicas.Indudablemente la devaluación causará impactos sobre los diferentes agentes económicos:
1).-Sobre el gobierno: se observará una reducción del déficit fiscal en términos reales y como porcentaje del PIB por la venta de dólares. Asimismo, habrá una disminución de las necesidades de endeudamiento interno por el aumento del ingreso fiscal; sin embargo, para pagar la deuda externa el Estado deberá adquirir dólares más caros y, por lo tanto, necesitará una mayor cantidad de bolívares para cancelar el capital y los intereses de la misma. Aumento de los depósitos oficiales ya que el fisco obtendrá más bolívares por cada dólar.
2).-Sobre la banca: se verá una reducción de la demanda de bonos del Estado denominados en bolívares y dólares, además de un aumento en bolívares de los intereses en dólares percibidos por la banca y una disminución real de la cartera de crédito.
3).-Sobre el BCV: se reportará un incremento en bolívares del valor de las reservas internacionales, compensando parte de las pérdidas por traspasos al Fonden y un aumento en bolívares de los intereses en dólares sobre reservas en divisas.
4).-Sobre las empresas: las importadoras resentirán el encarecimiento de la divisa con la consiguiente caída en la demanda de productos importados. Las exportadoras se verán estimuladas al recibir una mayor cantidad de bolívares por cada dólar exportado. Para ambas, la devaluación hará que se incrementen los costos del componente importado.
5).-Sobre los hogares: un aumento del valor en bolívares de los ahorros e intereses para aquellos que han comprado bonos del Estado en divisas o tienen capacidad de ahorrar en divisas. La devaluación de 46,5% encarece el componente importado que se traslada al precio que pagan los consumidores y, por lo tanto, es previsible una inflación superior a la proyectada para el año 2013.
En términos concretos, la disciplina fiscal, en conjunto con otras medidas, contribuye a establecer la estabilidad cambiaria. En cuanto a los ingresos, hay necesidad de que la presión tributaria no exceda de la capacidad contributiva de los sujetos pasivos (empresas, instituciones, personas naturales) y la carga está justamente distribuida entre efecto directo y efecto indirecto. Sobre los gastos, debe tenerse en cuenta lo dispuesto por la Constitución en el sentido de que los ingresos derivados de la participación en el excedente petrolero sean aplicados en su mayor parte a la inversión real reproductiva y al desarrollo social, y que los ingresos tributarios internos sean destinados al gasto corriente. Debe procurarse un equilibrio sostenido de la gestión fiscal y la deuda pública de mediano y largo plazo solo debe utilizarse para aumentar la inversión en los casos en que sea conveniente. El equilibrio fiscal sería un factor importante en el abatimiento de la inflación, sin dejar de impulsar el crecimiento económico y el bienestar social.
La disciplina monetaria, en concordancia con la fiscal, consistiría en que la provisión de medios de pago a la economía y a las personas las situara en un nivel óptimo con respecto al Producto Interno Bruto, es decir, la oferta monetaria se ajustaría al crecimiento económico sin exceso ni insuficiencia. La población sigue en aumento y, por tanto, las necesidades serán cada vez mayores. Hay que tratar de evitar la difusión de la presión inflacionaria, que no está determinada esencialmente por mecanismos de circulación de bienes y servicios, sino por el equilibrio macroeconómico real entre oferta y demanda, que tiene correspondencia en lo posible con el equilibrio de la balanza comercial. Se deben crear las condiciones para un crecimiento equilibrado y sostenido, generador de bienestar social mediante políticas distributivas y redistributivas.
Para combatir la inflación y que se dé la posibilidad de funcionamiento de un régimen cambiario fluido y eficiente, el país requiere estabilizar la actividad económica y de la vida social reduciendo las salidas de capital no justificadas por la necesidad de las transacciones internacionales y crear condiciones favorables a la afluencia de capitales del exterior.
Este conjunto de condiciones es exigente y difícil de lograr a corto plazo, sin embargo, es necesario que se le dé un cambio sustantivo de orientación a la estrategia oficial. El perseguir la ruta más conveniente para la transformación progresiva de la economía hacia el desarrollo integral es indispensable para superar la precariedad que padece Venezuela.
*Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo.com.ve.