Ningún líder del Partido Comunista Chino, salvo Mao Zedong, ha logrado acumular tanto poder como lo ha hecho el actual presidente de China, Xi Jinping, en tan solo cinco años al mando. Ahora, el mandatario de 64 años de edad, quien proviene de una familia de funcionarios públicos, ha sido oficialmente elevado al mismo nivel del antiguo fundador de la Republica Popular China.
El partido ha ennoblecido los "Pensamientos de Xi Jingping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era” al incorporarlos en su propia constitución. A ningún líder, desde Mao, se le ha extendido ese honor.
Como Xi es miembro permanente del Comité del Politburó, ya no es uno entre el grupo, ahora es el numero uno.
El gran timonel 2.0
El monumental retrato del timonel original de China todavía adorna la Ciudad Prohibida en el corazón de Pekín. El mausoleo de Mao, donde se encuentra el cuerpo embalsamado del líder revolucionario, domina el panorama de la Plaza de Tiananmen, donde los delegados del Partido Comunista se congregaron en el XIX Congreso.
Hay que recordar que el legado de Mao fue denominado, hasta oficialmente, más negativo que positivo. Una de las razones fue el "Gran Salto Adelante”, el plan económico que resultó en la hambruna más grande de la historia, en la cual millones de personas perecieron. Además, Mao sumió al país en la grave crisis política de su "Revolución Cultural”.
Para evadir estos excesos, el Partido Comunista introdujo el principio de "liderazgo colectivo”. Ahora, con la coronación de Xi Jinping, el partido se distanciará más de ese principio.
El mandatario chino iniciará su nuevo mandato con el gran impulso que le otorga la inclusión de su "pensamiento” en la constitución del Partido Comunista, pero también se beneficiará del cambio de funcionarios del Comité Central, en el que un numero record de 70% de sus integrantes serán sustituidos. Esto le otorga a Xi la libertad de designar a sus simpatizantes para llevar a cabo mejor sus objetivos.
Un nuevo rumbo
Xi es el hombre más poderoso de China y en su discurso de apertura del XIX Congreso, este develó el rumbo por el que planea dirigir al país más grande del mundo. El mandatario pronunció, en el discurso más largo que se haya dado en un congreso, que la era de Deng Xiaoping de hacer rica a China había terminado. El líder anunció que ahora la era de Xi busca hacer fuerte a China para el 2035. En el ámbito domestico, lo hará por medio de un partido y un líder poderoso, y en el ámbito internacional, por medio de la creación de un Ejército de alto nivel, como el de EE.UU.
La gran visión de Xi se extiende hasta el 2050, pero sus planes parecen ser una continuación de sus actuales políticas. Su campaña contra la corrupción continuará y sobre todo, la influencia del partido se verá extendida a todos los ámbitos posibles de la vida de los ciudadanos.
El gobierno quiere usar la información proveniente de las compañías de informática chinas para obligar a los 730 millones ciudadanos que utilizan el Internet a participar en el "Sistema de Crédito Social”. El nuevo sistema evaluará la confiabilidad de cada usuario al otorgarles "puntos de crédito” por buena conducta y restárselos por mala conducta.
El gobierno también planea utilizar la inteligencia artificial para crear súbditos perfectos. El aparato de vigilancia ya agiliza el desarrollo de un sistema de reconocimiento facial, con el propósito de que la seguridad del Estado pueda identificar, en sólo 3 segundos, a cada uno de los ciudadanos chinos que sean filmados por una de las 20 millones de cámaras.
Con la mira hacia el extranjero, Xi ha urgido al mundo a que acoja la "sabiduría” del modelo chino. Xi, dictador poderoso de un régimen unipartidista que goza con una robusta economía, ya ha incrementado la competencia por la influencia global con el occidente. Con Donald Trump en la Casa Blanca, un debilitado occidente se presenta como presa fácil para Xi. Le toca entonces a Europa hallar una respuesta contundente a la situación que se avecina.