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China y el efecto Rusia
Lun, 11/04/2022 - 08:56

Yves Bonzon

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Yves Bonzon

Group Chief Investment Officer de Julius Baer

Sería difícil exagerar las ramificaciones geopolíticas, económicas y financieras derivadas de la invasión rusa de Ucrania desde el 24 de febrero de 2022. La guerra en sí misma ya representa un shock de envergadura, pero la firme movilización de los Gobiernos occidentales y de sus sectores empresariales en favor de las medidas destinadas a castigar al Gobierno de Rusia tampoco tiene precedentes.

No solo Europa y sus aliados están aplicando sanciones que pueden perjudicarles sustancialmente a ellos mismos, sino que las empresas privadas se están retirando voluntariamente del mercado ruso, independientemente de las restricciones. Todo ello es señal de un enorme cambio en las estrategias geopolíticas y económicas de Estados Unidos y Europa de cara al futuro, con la asignación de importantes recursos destinados a garantizar su independencia frente a países situados fuera de su ámbito de influencia. Esto incluye una instrumentalización de las relaciones financieras, comerciales y empresa­riales, así como la diversificación y relocalización de recursos clave, sobre todo en materia de energía, ali­mentos, defensa y tecnología.

Como espadas de Damocles, estas amenazas penden peligrosamente sobre la economía china y sus mercados de capitales. De hecho, no solo es indiscutible que China es el mayor beneficiario de las tendencias de globalización y financiarización de la era neoliberal, sino que además adquiere ahora una importancia creciente lo que estaría en juego en un enfrentamiento estratégico con Estados Unidos, ya que, además de aumentar el riesgo de una escalada con Taiwán, el alcance del apoyo de China a la invasión rusa sigue sin estar claro.

Bajo este contexto, no está claro cómo evolucionarán las relaciones de China con Occidente en los próximos meses y años, pero ya sabemos que el capital de los inversionistas no solo corre el riesgo de menguar como consecuencia de una mayor regulación por parte del Gobierno chino, sino también de verse perjudicado por las sanciones occidentales en caso de que las relaciones diplomáticas se deterioren.

Esto tiene una gran repercusión en el papel de China como clase de activo en las carteras de los inversionistas, ya que cualquier diversificación estratégica tiene como precio el riesgo que los políticos y reguladores occidentales rebajen sensiblemente el valor de la inversión.

En vista de ello, hemos decidido actualizar nuestras perspectivas a largo plazo y dar por concluida nuestra previsión, formulada hace cinco años, de que la renta variable china ascendería al estatus de clase de activo fundamental. De cara al futuro, no prevemos que esta clase de activo ocupe una asignación específica e independiente dentro de nuestros esquemas estratégicos.

No obstante, el pasado poco importa puesto que nuestro enfoque es prospectivo y realmente esperamos rentabilidades más bajas de las acciones chinas de ahora en adelante.

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