Desde el 2020, Chile se comprometió en la lucha contra el cambio climático y trazó el objetivo de ser carbono neutral para el 2050, esbozando así la idea de tramitar la Ley Marco de Cambio Climático. Hoy es posible afirmar que uno de los actores fundamentales en esa transición será el hidrógeno verde.
Una prueba de la importancia que tiene para el futuro sostenible global, es el préstamo del Banco Mundial (BM), quienes ven en el país cualidades excepcionales para el desarrollo de una industria de hidrógeno verde competitiva. El directorio ejecutivo de la entidad aprobó un monto de US$150 millones para incentivar la inversión en proyectos. De esta manera, acelera el crecimiento verde del país, su transición energética y apoya su compromiso de carbono neutralidad en 2050.
Se trata del primer préstamo del BM a nivel global para promover hidrógeno verde y apoyar los esfuerzos de mitigación del cambio climático. Y es que Chile tiene un futuro prometedor debido a la maduración de los sectores solares y eólicos. Según la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, en 6 años, Chile ha quintuplicado su capacidad de generación de esas fuentes y se proyecta que, al 2030, hasta el 70% de su matriz eléctrica sea renovable.
Chile y el hidrógeno verde: nueva ruta del comercio de energía
En el norte de Chile se encuentra la radiación solar más alta del planeta, con factores de planta de 35% en instalaciones fotovoltaicas monofaciales de seguimiento en 1 eje. La generación solar en la zona central es más competitiva que la eléctrica con energía fósil. Por su parte, los vientos del extremo austral soplan con la misma energía en tierra que mar adentro. Turbinas eólicas de 120 metros de altura pueden alcanzar factores de planta sobre 60% en tierra, equivalente a turbinas off-shore en otros países.
Lo anterior, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), hará que el hidrógeno represente hasta el 12% del uso de energía en el mundo para 2050. Además, mientras se discuten aspectos como la tecnología para explotarlo, es previsible que la demanda despegue hasta mediados de la década de 2030. Y en ello, Chile junto a Marruecos y Namibia tiene un rol como exportadores.
Para esa tremenda responsabilidad, Chile tiene desafíos. Primero, la tecnología. Parques eólicos, molinos, plantas de electrólisis, por ejemplo. Segundo, un desarrollo comercial y de infraestructura aeroportuaria y de puertos en Magallanes, para recibir el alto intercambio que exportarán este nuevo combustible renovable. La inversión en infraestructura para albergar y exportar el hidrógeno en forma de metanol o amoniaco será enorme. Hablamos de millones de toneladas que se deberán exportar.
Más desarrollo, comercio y nuevos negocios
Si hablamos de que Chile será uno de los polos exportadores de combustible verde, tenemos que imaginar lo que será para el país y su desarrollo. Se abrirán comercios, hoteles, restaurantes, aeropuertos. Se tiene que invertir en la logística para exportarla. Por tanto, será un impulso para Chile mediante un futuro económico con alta inversión extranjera.
Disminuirá, además, los índices de desocupación. En Magallanes ya existen 4 proyectos de inversión de cerca de los 5 o 6 mil millones de dólares cada uno en los próximos 5 años. Cada proyecto incorpora 5 mil personas que trabajarán en las plantas.
Chile será la fuente de combustibles limpios del mundo y requiere de tecnologías que hagan su logística y cadenas más robustas. La logística estaba en el patio trasero, hoy tiene una relevancia fundamental para las economías mundiales. Por ende, el desarrollo del hidrógeno verde es interesante, ya que se trata del combustible del futuro, el cual generará, en definitiva, la reindustrialización de la región.