La vinculación histórica, cultural, social y, por cierto, económico-comercial entre Perú y Chile es mucho más profunda y madura de lo que se cree. Hoy esta integración se sustenta en las diversas manifestaciones sociales que se dan de manera natural entre chilenos y peruanos de a pie, que cada vez usan menos el espejo retrovisor para mirarse. Chilenos y peruanos comparten hoy desde manifestaciones de fe, hasta expresiones culturales de arte urbano, así de integrada se encuentra esta relación fraternal, misma que está amparada en los más sólidos instrumentos de protección bilateral, pero, sobre todo, de importante madurez y voluntad política con la que se han cerrado los capítulos pendientes, evidenciando así la vocación de paz e integración que sustenta la política exterior de ambos pueblos. Ni qué decir de la destacada presencia en bloques regionales multilaterales, entre ellos la Alianza del Pacífico.
Es por ello que debe leerse con prudencia y cautela, en un contexto de promesas electorales la diversidad de propuestas políticas que continuarán lanzando los candidatos a las elecciones presidenciales peruanas previstas para este 11 de abril, y luego, una eventual reñida segunda vuelta, para finalmente asumir la presidencia de la República el 28 de julio de 2021, fecha en la que además Perú recibirá su Bicentenario de vida republicana.
Conociendo en profundidad la realidad peruana, pero sobre todo su idiosincrasia, resultaría aún irresponsable hacer pronósticos sobre potenciales presidenciales, y es que si bien el grueso de los peruanos decide su voto en la fila antes de ingresar al salón o sala habilitada para votar, también hoy el elector peruano está bastante descontento con lo vivido en las últimas décadas, pero sobre todo en el último quinquenio gubernamental, en donde la constante fue la inestabilidad política. Recordemos que Perú ha tenido cuatro presidentes en los últimos cinco años. Entonces, es altamente previsible el voto con factor de castigo y sanción a la clase política que daría a luz nuevamente un atomizado y fraccionado Parlamento. También están presentes y en calidad de elementos influyentes, los fantasmas de las décadas de los 80 que siguen atormentando a un grupo de electores que vivieron o sobrevivieron a la hiperinflación, estatización y terrorismo.
Las últimas 72 horas antes de la elección del 11 de abril serán decisivas y determinantes para escuchar hablar con más fuerza a los candidatos, y, en consecuencia, el efecto que generarán en los electores que podrían ser influenciados por propuestas mesiánicas de corte populista con ideologías de izquierda o derecha. Es altamente probable que dentro del grupo de seis candidatos que lideran con aún mesurados niveles de preferencia electoral emerja la próxima presidenta o presidente de la República de Perú. Sin embargo, aun nada está dicho.
Nótese que el rango de aprobación en ningún caso en promedio pasa los 19 puntos porcentuales. De hecho, el candidato Yonhy Lescano de Acción Popular, excongresista de centro izquierda, en la última encuesta no pasó los 19 puntos, seguido de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori de centro derecha con 13 puntos, debajo de ella, candidatos que mantendrían un empate técnico, entre ellos, el ex alcalde y ex futbolista George Forsyth y el empresario de corte conservador y radical Rafael López Aliaga con 11 puntos y fracción en promedio, seguidos por el connotado economista internacional Hernando de Soto con 10 puntos y finalmente la señora Verónika Mendoza, ex congresista de izquierda con también 9 puntos. Lo que sí es importante es el alto porcentaje de casi 37 puntos de encuestados que señalan que hoy votarían blanco/viciado.
Así las cosas, por más controvertidas las declaraciones y propuestas que escuchemos desde Chile, reitero, estas deben tomarse en su justa medida. Ya lo dice el sabio aforismo: “una cosa es con guitarra y otra con cajón, si no, recordemos el pasado escenario electoral y las propuestas del candidato Ollanta Humala en la ocasión inicial que tentaba el sillón presidencial de la Casa de Pizarro y, por cierto, luego su Gobierno, en calidad de presidente de la República.