Los pagos internacionales continúan evolucionando y gracias a las recientes mejoras hemos atestiguado más rapidez, transparencia y menos fricciones. Sin embargo, aún nos queda mucho trabajo por hacer si a futuro queremos una comunidad financiera más interconectada e inclusiva.
Desde los pagos instantáneos hasta las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC, conocidas por sus siglas en inglés), hoy en día ya contamos con una serie de desarrollos digitales nuevos y emergentes que tienen el potencial de transformar el panorama de los pagos transfronterizos, junto con la transición del sector a la normativa ISO 20022. No obstante, el cambio no se produce por sí solo y la comunidad financiera está trabajando unida para construir un futuro de pagos más brillante para todos.
Incluso el G20 trazó un plan de trabajo para mejorar la velocidad, el costo, la transparencia, las opciones y la accesibilidad de las transacciones; cada vez hay más novedades que contribuyen a alcanzar estos objetivos y son impulsados por tres factores:
- Mayor competencia: el sector de pagos está experimentando una mayor contienda a todos los niveles, que incluye tanto a los proveedores alternativos y las empresas de tecnología financiera, como a las grandes empresas ya establecidas.
- Creación de conexiones: las infraestructuras de los mercados nacionales buscan cada vez más conectarse e interoperar entre sí. Esto está llevando a las instituciones a explorar nuevas formas de liquidar los pagos, desde las CBDC hasta los pagos instantáneos.
- Innovación en el front-end o de cara al consumidor: también se está produciendo un desarrollo significativo, incluido el auge en las nuevas aplicaciones y plataformas de comercio electrónico.
En respuesta a estos factores, los bancos también están evolucionando sus ofertas y, en conjunto, mejoran constantemente su eficiencia, trabajando por un mundo en el que cada pago esté validado previamente, para que se realice sin fricciones y sea instantáneo.
El servicio de pre-validación de pagos, por ejemplo, reduce el riesgo de que las transacciones tengan que ser devueltas o reparadas; ya que los bancos pueden comprobar información clave -como si existe una cuenta específica o si se necesita un código de propósito en un país concreto- antes de enviar un pago.
La comunidad financiera global está mejorando la experiencia de los pagos transfronterizos para consumidores y pequeñas y medianas empresas (pyme), al facilitar transferencias rápidas, sencillas y predecibles que puedan enviarse directamente desde la cuenta bancaria de un cliente final.
El paso global a la norma ISO 20022, por su parte, lo veo como algo más que un simple ejercicio obligatorio. Es un factor clave para impulsar la innovación y la construcción de un futuro sin fricciones, nos ofrece nuevas oportunidades y la posibilidad de mejorar los servicios a lo largo de todo el ciclo de vida de una transacción.
En lo que respecta a la interoperabilidad, la industria financiera juega un papel fundamental en la conexión de las infraestructuras de mercado, al permitir que las CBDC trabajen junto a la infraestructura existente y se evite el riesgo de fragmentación. Nuevos experimentos lograron importantes avances en este frente, demostrando con éxito cómo las CBDC pueden conectarse con los sistemas de pago RTGS existentes.
Asimismo, se trabaja para que los bancos puedan ofrecer servicios innovadores al consumidor e integren sus soluciones en las transacciones de comercio electrónico.
Ejemplos como los anteriores nos dan un panorama de cómo la tecnología actual permite mover dinero en tiempo real y de muchas formas distintas; sin embargo, para verdaderos pagos internacionales instantáneos tendríamos que hacer más que eso e implementar la norma ISO 20022 de mensajería financiera.
Con ayuda de ella se podría eliminar algunas de las actuales barreras de fricción que se interponen en los pagos internacionales. Además, el modelo de corresponsalía bancaria podrá evolucionar al ritmo de los avances tecnológicos y de la entrada de nuevos operadores en el mercado.
De esta forma la industria financiera cumpliría el objetivo: construir un futuro de pagos internacionales transparentes y plenamente integrados. Esto transformaría el recorrido del pago del cliente y daría una experiencia esencialmente invisible. Al mismo tiempo, abriría paso a diversos proveedores, servicios competitivos y un alto grado de interoperabilidad.