El nivel de afectación por la pandemia que ha tenido la ciudad ecuatoriana de Guayaquil ha sido desbordante y alarmante por la cantidad per cápita de contagiados y fallecimientos en un ambiente muy difícil de gestionar por parte de las autoridades y demás actores. Desafortunadamente este caso podría fácilmente replicarse en otras ciudades, como, de hech,o se comienza ver en otros países, por lo que es necesario profundizarlo y tratar de obtener algunos aprendizajes.
La Teoría del caos
Un ambiente de caos, como lo explica la teoría del mismo nombre, se representa como una situación de turbulencia y alta incertidumbre, con sucesos impredecibles e incontrolables que generan efectos dinámicos y aleatorios de alto impacto propios de un sistema complejo de controlar. El matemático Edward Lorenz (1938-2008) presentó el tema luego de escribir el libro “La esencia del Caos”, donde explica los modelos detrás de las predicciones meteorológicas y otras aplicaciones en sistemas complejos de predecir, y este luego fue popularizado en 1987 por James Gleick con su libro “Caos: la creación de una ciencia”.
El argumento más importante de esta teoría es que pequeños cambios o perturbaciones en las condiciones iniciales pueden crear diferencias de grandes proporciones en eventos impredecibles, lo que puede ser originado por el aleteo de una mariposa o el elemental redondeo de un cuarto decimal en un modelo predictivo que está sujeto a eventos aleatorios y dinámicos. Por eso tomó fuerza el llamado “Efecto Mariposa”, que además de ser un ejemplo hipotético es una teoría que señala que la presencia de una mayor, menor o ninguna presencia de una fuerza, por mínima que sea, puede provocar diversos escenarios de alta potencia al incidir en la amplificación de los fenómenos con el tiempo.
Patrones y lecciones
Usando estos criterios es posible identificar algunos patrones que decantan en ciertas lecciones útiles para el caso de un fenómeno impredecible y complejo como las pandemias, especialmente la del COVID-19, que tantos estragos está aún causando en el mundo entero:
-Los primeros momentos influyen mucho en el efecto que se puede proyectar. Como el efecto mariposa antes señalado, o el caso de un péndulo de doble brazo que hace errático el movimiento en función del primer impulso dado (otro ejemplo usado en la teoría del caos), las primeras decisiones u omisiones pueden ser trascendentales en el impacto final. Por ejemplo, en un incendio forestal la clave está en la capacidad de reacción para que un brote inesperado pueda ser controlado en los primeros 20 minutos, o el efecto expansión puede ser incontrolable si otros factores se agudizan como el calor y el viento. Lo mismo pasa con fenómenos expansivos de manera rápida y aleatoria como las pandemias.
-En estas circunstancias el liderazgo efectivo es clave. Una cualidad del líder es conocerse a sí mismo antes de liderar a otros. Saber sus puntos fuertes y aquellos débiles o de ignorancia. Por lo que dejar el ego y designar a expertos que tomen el control operativo de una situación especialmente dramática y desconocida, delegándoles autoridad y compartiendo la responsabilidad, mejorará las probabilidades de éxito.
-Los principios normales de gestión aquí no funcionan. Planificar, organizar, dirigir, coordinar y controlar son trastocados por la velocidad, las presiones, la información inexacta y el escrutinio constante. Uno de los principales problemas de las autoridades radica en que sólo miden aquello que está a su alcance por las pruebas de infección que son posibles tomar, ya sea por la escasez de los test o del acceso de la población a estas pruebas. En muchos casos los datos oficiales de muertes por COVID-19 no han sido consistentes con el número de fallecimientos reportados en el registro civil generando dudas e incredulidad en las cifras oficiales de fallecimientos por la pandemia.
-La interconexión de eventos obliga a entender rápido el contexto y establecer patrones de cadenas causa-efecto que ayudan a priorizar lo urgente e importante. Estas cadenas pueden tomar cursos aleatorios impredecibles por lo que la información y, sobre todo la retroalimentación, debe ser repetitiva con ciclos cortos de actualización para corregirla, mejorarla constantemente y apuntar mejor las soluciones.
-La comunicación permanente y honesta siempre es clave. Más aún en estos casos. Y garantizar alguna racionalidad para darle credibilidad. No es momento de adornar la situación con mensajes tranquilizantes cuando la gente está viendo y sintiendo lo contrario. Si bien no hay que promover más caos, es importante orientar con la verdad y que haga sentido, y al mismo tiempo informar de lo que se está haciendo para mitigar los efectos.
-Se exige ver los temas de manera integral, de principio a fin, considerando los efectos directos y colaterales. Un ejemplo es pensar no solo en evitar los contagios con el confinamiento, sino también en los que fallecen, por el virus o por otras razones, descentralizando los procesos, dando a los hospitales y clínicas la capacidad de emitir certificados de defunción y traslados a cementerios, y a las familias la posibilidad de reportarlos a especialistas que permitan registrar y recoger los cadáveres de manera más oportuna y con información confiable de su destino final. En esta parte es donde se han dado demasiadas confusiones que han provocado indignación y dolor en familiares de fallecidos.
-Es impresionante ver a empresarios, líderes sociales, personal médico y autoridades autogestionando esfuerzos para llegar a sectores vulnerables. Complementarse con otros sectores locales y extranjeros compartiendo información y recursos puede potenciar sus impactos.
-Por último, priorizar para la siguiente fase de reinicio de actividades suficientes test de pruebas masivos y repetitivos con protocolos estrictos para proteger y separar portadores o sospechosos; disponer de medicinas y servicios médicos hasta confirmar un tratamiento efectivo o vacuna para estar mejor preparados en caso de algún rebrote; y lograr consensos locales junto al apoyo internacional para financiar la economía tan debilitada ahora que el petróleo vale casi nada.
Así podremos regresar a producir y recuperar de a poco la actividad, estando mejor preparados, y evitar que las personas sufran más por las restricciones del confinamiento y la economía, que por el mismo virus.