Poco después de escribir la versión inicial de este artículo, se dieron a conocer los términos bajo los cuales el Reino Unido abandonará la Unión Europea (UE). Recordemos pues cuáles fueron los argumentos que se esgrimieron para justificar esa decisión. El principal argumento para justificar el voto en favor de abandonar la UE en el referendo de 2016 fue el de recuperar las prerrogativas soberanas del Estado británico. Pero los partidarios del Brexit aseguraban que, además de recuperar soberanía, la salida de la Unión Europea resultaría en un mejor desempeño de la economía británica que el que tenía dentro de la UE. Cuatro años y medio después existe suficiente evidencia como para comprobar que esa fue una estimación equivocada. Y, dado que los términos del acuerdo alcanzado recién entrarán en vigencia en 2021, el efecto adverso que el Brexit ha tenido hasta ahora sobre la economía se explica fundamentalmente por la incertidumbre en torno al futuro.
Una investigación de 2019 de Nicholas Bloom y otros encontraba que la mitad de las empresas británicas encuestadas citaban la incertidumbre como una de sus tres preocupaciones principales, y estimaba que la anticipación de la salida de la UE había reducido su inversión en un 10%. Otra investigación del mismo año de Benjamin Born y otros, comparaba el crecimiento del Reino Unido antes y después del referendo con el promedio ponderado de crecimiento de otros países industrializados: según ese cálculo, la economía británica habría perdido un 1% de su valor cada año comparada con un escenario contra-fáctico (es decir, uno en el cual el Brexit no hubiese tenido lugar). Basado en un modelo diferente, una investigación de 2017 de Swati Dhingra y otros compara diferentes escenarios post-Brexit y concluye que este costaría a la economía británica entre 6,3 y 9,4% del PIB.
Una investigación de 2020 de Holger Breinlich y otros compara el desempeño de la economía británica con escenarios contra-fácticos y concluye que los flujos de inversión extranjera directa hacia la economía británica procedentes del resto de la UE se habrían reducido en un 9%. Como sabemos, el proceso del Brexit ha implicado una devaluación significativa de la libra esterlina y, aunque ello brindaría a los exportadores británicos ventajas competitivas, también encareció las importaciones. Una investigación de 2019 de Holger Breinlich y otros estima que ese mayor precio de las importaciones fue transferido en su integridad al consumidor y que, por ello, los precios al consumidor se elevaron un 2,9% como consecuencia del Brexit. Por último, con el fin de preservar su acceso al mercado único europeo, empresas del Reino Unido están estableciendo sucursales en el resto de Europa. Según el periodista Paul Keller, las empresas financieras británicas han trasladado activos a Europa continental por un valor estimado de US$ 1,3 billones.
Como dijimos, los costos en los que incurrió hasta ahora la economía británica se explican en lo esencial por la incertidumbre respecto al futuro. Es decir, no incluyen los costos que podrían implicar los términos bajo los cuales el Reino Unido abandonará la UE tras el actual periodo de transición. Un informe del gobierno británico filtrado a la prensa hace ya un tiempo preveía que, en cualquiera de los tres escenarios probables fuera de la UE, la economía británica tendría un desempeño inferior al que tuvo como integrante de la UE. Esos escenarios eran el de la permanencia del Reino Unido en el mercado único de la UE (siguiendo el ejemplo de Noruega, en cuyo caso la pérdida calculada era de un 2% del ingreso nacional), la suscripción de un acuerdo de libre comercio como el acordado con Canadá (con una pérdida calculada del 5%), y la salida de la UE sin un acuerdo (en cuyo caso las relaciones comerciales se regirían por las normas de la Organización Mundial de Comercio, con una pérdida calculada de 8% del ingreso nacional).
La paradoja es que los escenarios menos onerosos en términos económicos implicarían una menor devolución de prerrogativas soberanas al Estado británico (el principal argumento esgrimido para justificar el Brexit). Dado que el acuerdo final parece ubicarse a medio camino entre el acuerdo con Noruega y el acuerdo con Canadá, no debiera sorprender la estimación de la entidad oficial de pronósticos económicos del Reino Unido, es decir, la Oficina de Responsabilidad Presupuestal: según esa estimación, hacia 2035 el PIB del Reino Unido será un 4% menor con el acuerdo alcanzado de lo que habría sido de no mediar el Brexit.