La entidad oficial encargada de medir el crecimiento del PIB en China es el Buró Nacional de Estadística. A su vez, la entidad encargada de establecer las metas de crecimiento del PIB es la Comisión para el Desarrollo y la Reforma Nacional. Una razón por la cual las cuentas nacionales en China no son confiables es el hecho de que ambas instituciones tienen al mando a la misma persona: Ning Jizhe es director de la primera y vicepresidente de la segunda. Una segunda razón por la cual las estadísticas oficiales no resultan confiables es la que ofrece una investigación del Brookings Institution realizada por Wei Chen, Xilu Chen, Chang-Tai Hsieh y Zheng Song. Según esta, las cifras que el Buró Nacional de Estadísticas debe agregar para obtener las cuentas nacionales se basan en información recolectada por los gobiernos locales. El problema es que esos gobiernos locales son premiados por el gobierno nacional cuando alcanzan las metas de crecimiento e inversión establecidas para su jurisdicción.
Es decir, si una medición fidedigna del desempeño económico concluyese que no se alcanzaron las metas establecidas tanto a nivel local como nacional, ello afectaría de manera adversa a los intereses de esos actores. Estos, por ende, tienen incentivos para sobrestimar el desempeño de la economía en ambos niveles. Como comprenderá, es inverosímil suponer que el gobierno nacional ignora ese problema. Salvo, claro, que este también tenga incentivos para ocultar información. A fin de cuentas, ni el Buró Nacional de Estadística, ni la Comisión para el Desarrollo y la Reforma Nacional, ni los gobiernos locales son entidades autónomas respecto del gobierno nacional. Lo primero que uno encuentra, por ejemplo, al ingresar a la página web del Buró Nacional de Estadística es una referencia a cómo el país, “bajo el firme liderazgo del Comité Central del Partido Comunista de China con el camarada Xi Jinping al mando”, consiguió superar los retos en materia de salud y economía que plantea la pandemia del COVID-19.
Para intentar estimar el grado en el que las cuentas nacionales se apartan de la realidad, los investigadores independientes emplean “proxis” para calcular el desempeño de la economía china. Es decir, emplean indicadores que no miden en forma directa aquello que desean medir, pero que constituyen aproximaciones razonables en ausencia de estadísticas oficiales fidedignas. Por ejemplo, las cifras de consumo eléctrico o de recaudación tributaria. Y es allí donde encuentran anomalías incluso al comparar las propias cifras oficiales. Por ejemplo, según cifras oficiales el PIB de China creció en 6,1% en 2019 pero la recaudación tributaria creció sólo en un 3,8%. No es que no puedan existir diferencias entre ambas cifras, pero parecería improbable que esas diferencias sean de cerca de un 40%.
En general, los cálculos independientes sugieren que, de manera regular, existiría una sobrestimación del crecimiento del PIB chino en las cuentas oficiales. Por ejemplo, la investigación del Brookings Institution antes mencionada concluye lo siguiente: “nuestra mejor estimación es que la verdadera tasa de crecimiento del PIB probablemente haya sido sobrestimada en casi dos puntos porcentuales entre 2008 y 2016”. Ese cálculo coincide con las conclusiones de otras investigaciones.
Es decir, el problema fundamental no sería que el vicepresidente de la Comisión para el Desarrollo y la Reforma Nacional o los gobiernos locales tengan incentivos para sobrestimar las cifras de crecimiento. Sería más bien que en, previsión de los problemas en materia de legitimidad pública y decisiones de inversión que podrían ocasionar metas de crecimiento que se incumplen de manera regular, el propio gobierno nacional tendría incentivos para sobrestimar el desempeño de la economía. Y, a diferencia de lo que ocurriría bajo un régimen democrático, no existen dentro de China instituciones o medios independientes que puedan corregir públicamente a las autoridades. La única excepción era Hong Kong, pero eso estaría cambiando con la nueva ley de seguridad nacional.