Es posible que haya sectores dentro de nuestras organizaciones políticas, empresariales y sindicales que estén poniendo una alerta: “¡Cuidado con el teletrabajo!”. Es natural, para quienes esto es una novedad, que genere dudas, ya sea porque ven riesgos genuinos o por el temor a la pérdida de poder que lo nuevo suele generar. Lo nuevo, como en este caso, va descentralizando fuerzas, corre los límites, diluye viejas estructuras, une lo que estaba dividido, nos sorprende con nuevas opciones que no veíamos.
Sí, a lo nuevo siempre se opone una resistencia. Es parte del juego. En el fondo es un juego de sistemas de pensamiento y es claro que todo este proceso de transformación forzado por un problema global, a pesar del dolor, nos ha abierto la puerta a una expansión distinta, una expansión basada en la calidad y ya no solo en la cantidad.
El estilo de liderazgo del siglo XX está muriendo. Los temores que suelen aparecer en los ámbitos sindicales por la explotación del trabajador parecen, a esta altura, estar fundados en pocos casos. Desde el punto de vista empresario, hace años ya, se ha advertido que forzar a la productividad no genera productividad, sino pérdida de talentos. Las nuevas generaciones han ido interpelando ese estilo de liderazgo pasado y dándole lugar a una transformación que se ha acelerado en estos tiempos de pandemia.
En paralelo, la fuerza de la creación está desplegando el trabajo basado en la movilidad y los objetivos, diluyendo la jornada laboral, dejando en manos de las personas la administración del tiempo y la pasión. Se trabajan pocas horas para cumplir una tarea sin pasión y se dedican muchas horas si la pasión domina. Está quedando claro como nunca antes que una persona apasionada por su actividad produce en 4 horas lo que alguien no apasionado haría en 4 años. Para el sector empresario contar con colaboradores apasionados significa, naturalmente, una ventaja. De a poco se están concientizando.
Cuando analizamos las leyes ya promulgadas hace años en Colombia, Costa Rica, Perú y la más reciente en México y Ecuador vemos la declaración taxativa por FOMENTAR la creación de empleo. Nuevos empleos para discapacitados, mujeres en situación de embarazo o lactancia, jóvenes con expectativas de estilo de vida más nómada y un intento de disminuir la huella de carbono. Lo clave en todo esto es la palabra “fomentar” que se opone a “restringir”. Cuidar lo que hacemos es vital, pero el exceso de restricción es letal para quienes lo nuevo puede significar un paso adelante hacia el progreso. Particularmente es el caso de Argentina.
Esta transformación que estamos viviendo transita auspiciosamente sobre el carril de una mejora real en la calidad de vida, dejando atrás la idea pasada de trabajo y tendiendo hacia la idea de actividad plena. Dejando atrás el liderazgo basado en el control del tiempo y recursos y dando lugar a un estilo más volcado a la comunicación, a las conexiones, a la creación. Va derrumbando el modelo piramidal y crea lugar para modelos nuevos singulares, pensando en términos de propósito y talentos que resultan mucho más abarcativos que solo el resultado operativo. El desafío es grande, porque implica que no deberíamos esperar a que la fuerza de la restricción demore, una vez más, el avance. Implica que creemos juntos lo que viene, que es la resultante de infinitas acciones entre el juego de las dos fuerzas, por lo tanto es el momento ideal para ser protagonistas. También lo nuevo nos empuja a hacernos cargo de nuestros talentos poniéndolos en acción, de nuestros tiempos, dedicación, de nuestra pasión o ausencia de ella.
Pensamos lo nuevo desde lo tecnológico, y es en parte cierto, pero cuando se comprende una tecnología se hace claro que lo que hay en el fondo es un cambio de modelo mental. Lo que hoy llamamos teletrabajo tiene ya mucho tiempo, aunque masivamente recién ahora se esté descubriendo. Tanto tiempo tiene ya, que ni deberíamos ponerlo en esos términos, porque es hora de ponerlo en su justo lugar: es el trabajo de la época, del siglo XXI. Les invito a ser protagonistas de esta transformación global.