En el escenario digital actual y con el protagonismo de una nueva generación de consumidores, las transacciones ya no se limitan al ámbito bancario tradicional, sino que se han integrado en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Este cambio radical es impulsado por las finanzas embebidas, que se refiere a la integración de servicios financieros directamente en plataformas y aplicaciones digitales no financieras.
Desde opciones de pago hasta seguros de viaje, estas herramientas están transformando la forma en que interactuamos con el dinero y gestionamos nuestras finanzas. Si has hecho compras en línea, es seguro que te hayas beneficiado de las ventajas que ofrecen las finanzas embebidas.
Imagínate que estás comprando en una aplicación móvil, seleccionas tus productos favoritos y, en lugar de ser redirigido a una plataforma bancaria para realizar el pago, todo el proceso se completa en el mismo sitio donde estás navegando. Esto es posible gracias a las finanzas embebidas, las cuáles integran los procesos financieros en plataformas y aplicaciones digitales, simplificando las transacciones para un público cada día más joven y más digital.
En América Latina, esta tendencia es de gran interés para el sector bancario ya que casi el 65% de la población en la región pertenece al grupo de los millennials o generaciones más jóvenes. De hecho, más de 370 millones de personas en la región son consumidores digitales, y la demanda de soluciones de pago flexibles y procesos sencillos está en aumento.
Este cambio de paradigma no es una moda pasajera, sino un nuevo modelo de negocio que está ganando impulso y está aquí para quedarse. Se proyecta que para el año 2033, el mercado de finanzas embebidas supere los 291 mil millones de dólares, una cifra impresionante que refleja el crecimiento exponencial que estas tecnologías están experimentando.
¿Esto significa que la banca tradicional tiene sus días contados? Si y no. Las instituciones que se aferran a los sistemas legados pierden terreno en los nuevos ecosistemas de pagos, pero eso no implica que desaparezcan por completo. La clave para su supervivencia radica en su capacidad de llevar a cabo una transformación digital efectiva y en qué medida son proactivas al evolucionar sus modelos de negocio.
De hecho, en Chile en los últimos tres años han cerrado más del 20% de sucursales bancarias según fuentes del CMF. Esta tendencia de eliminar oficinas obedece a una dinámica que se viene dando del estallido social, la pandemia y la digitalización de los bancos.
Las finanzas embebidas y las nuevas plataformas van más allá de simplificar los pagos en línea para las nuevas generaciones bancarizadas. También impulsan el acceso a servicios financieros para quienes históricamente quedaron excluidos del sistema bancario tradicional. Las personas que antes no tenían acceso a préstamos, seguros o herramientas de gestión de inversiones ahora pueden beneficiarse de estos servicios directamente a través de las plataformas y aplicaciones digitales.
Este cambio hacia un modelo más inclusivo y conectado promete cambiar radicalmente la industria bancaria en la región. Al integrar servicios financieros directamente en nuestras aplicaciones y plataformas digitales favoritas, están mejorando el acceso a los servicios financieros y transformando la forma en que interactuamos con el dinero.
Con el potencial de elevar los índices de inclusión financiera y crecimiento económico en toda la región, estas tecnologías están marcando el comienzo de una nueva era en las finanzas digitales.