Sin duda la situación actual ha cambiado las reglas de juego para la mayoría de las industrias este año. Nos ha obligado a repensar la forma de hacer negocios; y nos ha enseñado que aquello que parecía imposible, es más fácil de lo que aparentaba. Me refiero puntualmente a la digitalización de los procesos. Piénsese en la cantidad de personas que consideraban imposible hacer transacciones masivas en línea y que ahora son usuarios asiduos de las aplicaciones bancarias. O también en la gran cantidad de reuniones de trabajo vía internet que ahora tenemos.
En paralelo, los consumidores y demás actores del mercado somos cada vez más conscientes del impacto que nuestras actividades tienen sobre el medioambiente. La pandemia, al retenernos en casa y lograr una reducción significativa de actividad empresarial, nos ha demostrado cuánta contaminación generamos en nuestro día a día. La buena noticia es que ambas tendencias –la digitalización y nuestro cuidado del medio ambiente– convergen en beneficio del planeta y las empresas.
En 2020, América Latina y el mundo se han visto obligados a romper sus prejuicios sobre la digitalización y, por el contrario, acelerar su transformación digital. Esto no solo le ha favorecido al planeta, sino también a aquellas organizaciones que han sabido identificar las ventajas operativas que genera esta nueva forma de hacer negocios. El Día Mundial de la Energía o World Energy Day, que se celebró el 22 de octubre, da pie a reflexionar sobre cómo la digitalización de las industrias permite la eficiencia energética que se traduce en un consumo más inteligente de la energía.
La digitalización de los procesos posibilita manejar operaciones de forma remota, reducir las interrupciones de las actividades productivas y efectuar un monitoreo constante de los equipos. Todas estas eficiencias le otorgan una gran agilidad y una reducción importante de costos a las organizaciones. Sin embargo, el beneficio más importante es que disminuyen el consumo de energía.
Ese menor consumo de energía implica, en buena medida, un uso menos intenso de recursos naturales. Además, la reducción también acota de manera importante la emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. El mercado ya está en sintonía con esta realidad. Actualmente, las empresas y Gobiernos pueden contratar una amplia oferta de soluciones digitales capaces de generar todos esos beneficios. De hecho, ya hay sistemas que protegen, automatizan y evalúan constantemente todos los eslabones energéticos claves: generación, transmisión y distribución.
Es importante entender que la digitalización no solo consiste en adoptar soluciones digitales. Requiere también que los equipos humanos dentro de las organizaciones desarrollen competencias digitales. Esto implica, entre otras cosas, una mayor integración entre el área de TI y las demás áreas operativas, y que no se trate solo de brindar un soporte. También se necesita reforzar la infraestructura corporativa: sistemas en la nube, plataformas de gestión, entre otras herramientas. Se debe lograr armar un ecosistema para que los beneficios de la digitalización fluyan con mayor facilidad.
La digitalización tiene también el potencial para reducir los gastos a nivel doméstico. Hoy muchas familias invierten en sistemas basados en tecnología digital para disminuir su consumo de energía, como sensores de movimiento, temporizadores para la conexión y desconexión automática de equipos, sistemas de monitoreo inalámbrico de iluminación y tomacorrientes, entre otros equipos.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), las señales iniciales indican que, pese a la pandemia, las emisiones de metano, uno de los gases de efecto invernadero más poderosos y perjudiciales para el planeta, no se han reducido en el sector energético global este 2020. Para la IEA, reducir las emisiones futuras no es suficiente. Según señala esta agencia, si no se hace nada con respecto a las emisiones de la infraestructura existente (autos, plantas de energía, fábricas, entre otros activos), los objetivos climáticos del mundo seguramente estarán fuera de alcance. En ese sentido, la digitalización es un camino estratégico para ayudar a que las actividades económicas sean más sostenibles.