El coronavirus ha golpeado a todas las economías y a una enorme cantidad de negocios a nivel global. Las empresas familiares no han sido ajenas a esta crisis. De hecho, Casa Rosselló, compañía en la que trabajo y que en junio cumplió 150 años de fundada en Perú, también sintió el golpe. Sin embargo, con un siglo y medio de operaciones y varias crisis superadas, consideramos que hay algunas aprendizajes y acciones que otras compañías familiares en Perú y América Latina pueden implementar.
Para empezar, es importante encarar una situación como la actual con tranquilidad y el mayor optimismo posible, teniendo presente que en toda crisis surgen oportunidades y es clave estar atentos para ser los primeros en aprovecharlas. En segundo lugar, sugiero aprovechar que en una organización familiar la toma de decisiones es más flexible, dándonos la oportunidad de realizar cambios o ajustes de manera ágil y rápida. Capitalicemos ese aspecto para tomar medidas orientadas a recuperar el negocio.
En una crisis como la actual, hay diversos frentes en los que las empresas familiares pueden trabajar. Primero, preocuparse en cuidar a sus colaboradores y a sus familias. Debemos demostrarles que estamos con ellos incluso en los momentos más duros. También es relevante estar cerca de los clientes. Ellos deben percibir que la organización está a su disposición antes, durante y después de esta coyuntura. En paralelo a estos frentes, en especial en las empresas familiares, es importante revisar el portafolio de productos y servicios con la intención de adaptarse a la nueva realidad del mercado. Entiendo que al ser más flexible, el reformular el portafolio es una actividad que se puede realizar de manera más rápida.
La profesionalización de su mesa directiva y su gerencia es un aspecto que las organizaciones familiares deben desarrollar e incluso consolidar. En nuestro caso, contamos con un directorio balanceado entre familia y directores independientes con experiencia exitosa en otros sectores, lo cual contribuye a enriquecer cada sesión de trabajo.
No obstante, para que la profesionalización genere los mejores resultados, es clave que los ejecutivos y el directorio desarrollen "química" desde el inicio de este proceso. Además, ambos deben estar abiertos a escuchar opiniones y sugerencias con enfoques distintos a lo que una empresa familiar con tantos años de trayectoria puede estar acostumbrada.
Las empresas familiares también necesitan una buena predisposición a la reinvención y a la innovación. Muchas necesitan salir de su zona de confort especialmente para superar una coyuntura como la actual. Otras, posiblemente, requieren transformar su negocio de manera más agresiva. En cualquiera de los escenarios, el cambio no solo es a nivel de productos y servicios, sino también en la forma de trabajar y relacionarse con los diferentes stakeholders (clientes, proveedores, y los mismos trabajadores).
Sin duda, la pandemia nos ha confirmado que no podemos dar nada por sentado. En cualquier momento puede ocurrir un hecho interno o externo, pequeño o grande, que sea capaz de cambiarlo todo. Debemos estar alertas para anticiparnos en el debido momento , pero también para aprovechar las oportunidades que estos escenarios críticos pueden proporcionarnos.