El “Cryptogate” que rodea a Javier Milei no es solo un escándalo mediático; es un recordatorio de los peligros del conflicto de interés en el mundo financiero. Este caso no es aislado. Una y otra vez, vemos cómo asesores financieros aprovechan las noticias —reales o fabricadas— para recomendar comprar o vender activos, no con el objetivo de cuidar el patrimonio de sus clientes, sino para generar más comisiones.
En el mercado argentino, este problema es especialmente evidente. Nuestro mercado está peligrosamente influenciado por rumores, chismes y “gosips”. Cualquier noticia, sin importar lo descabellada que sea, es capaz de provocar enormes fluctuaciones en los precios de los activos. ¿Por qué sucede esto? Hay dos grandes explicaciones.
La primera es la búsqueda constante de comisiones por parte de los asesores financieros. Cada vez que alguien compra o vende, hay comisiones que se activan. Para algunos asesores, esto se traduce en un incentivo perverso: cuanto más rotación de activos logren en sus clientes, más ingresos generan para ellos mismos. Así, las recomendaciones dejan de basarse en análisis fundamentales y se transforman en una carrera por aprovechar cada titular de diario.
La segunda explicación es el perfil de muchos inversores locales, quienes buscan “ganarle al sistema” y enriquecerse rápidamente. Este tipo de comportamiento especulativo no solo es riesgoso, sino que alimenta aún más la volatilidad del mercado. La combinación de asesores con conflictos de interés e inversores buscando atajos es, sin duda, una receta explosiva.
En medio de este caos, es fundamental recordar para qué existe el mercado: para invertir en empresas que generen buenos resultados, que crezcan, que innoven y que, en consecuencia, aumenten su valor. Al final del día, el precio de un activo debería reflejar la salud y el potencial de la empresa subyacente, no la moda del momento o el último rumor viral.
¿Y qué tiene que ver una criptomoneda desconocida con una empresa que genera energía, con un banco o con una desarrolladora de real estate? La verdad, nada. No hay relación alguna entre estos activos y el valor tangible de empresas que realmente mueven la economía.
Por eso, mi consejo es simple pero crucial: elige bien de quién recibir y escuchar consejos. Un buen asesor no te empuja a seguir cada tendencia pasajera; te ayuda a construir un portafolio sólido y alineado con tus objetivos. En un mercado donde las aguas suelen estar revueltas, la mejor brújula siempre será la independencia y el sentido común.