Si usted es el estratega de su organización o contribuye en el proceso de formulación de la estrategia de su empresa, habrá escuchado en más de una ocasión comentarios como “en estas épocas, caracterizadas por ser turbulentas, donde hay mayor volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, no tiene mucho sentido dedicarle espacio en la agenda para reflexionar sobre la estrategia o el proceso de formulación de la misma en su organización”.
Cada vez más colegas argumentan que podría ser un ejercicio en vano, ya que, al terminar este proceso, el escenario será distinto al analizado, y, por tanto, no será aplicable una parte importante de la hoja de ruta. ¿Será que la planificación estratégica ya pasó de moda o que ha quedado obsoleta? ¿Es mejor únicamente ser ágiles y desarrollar capacidades adaptativas en las nuevas condiciones competitivas?
La mayoría de los estrategas son conscientes de que se enfrentan diariamente a una gran cantidad de desafíos, tanto oportunidades como problemas. La mayoría de estos desafíos son de tipo no operativos, es decir, no se resuelven con recetas o algoritmos, sino que deben diagnosticarse, evaluarse posibles alternativas de solución y optar. El optar un curso de acción, que en ningún caso está libre de riesgos, donde es más relevante evaluar la coherencia del planteamiento a seguir que el nivel de certeza del grado de éxito de la misma. En este contexto cobra más importancia la virtud de la prudencia que apelar a las habilidades basadas únicamente en la ciencia.
Los entornos VUCA (siglas en inglés que aluden a un entorno de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad), sin duda, cambian el panorama competitivo y la dinámica de muchos sectores y mercados. Sin embargo, no todos los sectores y mercados son afectados por igual, por lo que habrá que identificar cómo afectan estas fuerzas a las unidades de negocio de nuestra empresa. Sin duda alguna, es muy probable que varias unidades de negocio requieran enfoques adaptativos para formular sus estrategias, donde la velocidad para cambiar será esencial para lograr los resultados esperados. Sin embargo, también es altamente probable que se cuenten con unidades de negocio que operen en entornos más estables, donde un proceso de planificación convencional es lo más adecuado para organizar e integrar el trabajo de las áreas.
De la misma forma, habrá unidades de negocio que requerirán la transformación de su visión. Es decir, que existirá la posibilidad de reinventar las reglas de juego. En otras palabras, más que adaptarse a las condiciones, se podrá impulsar una nueva forma de satisfacer las necesidades para que el mercado se adapte al nuevo planteamiento. Asimismo, podría contar con una unidad de negocio donde no es conveniente avanzar aceleradamente por su lado únicamente sin organizar una acción conjunta con los stakeholders para lograr una evolución orquestada de los involucrados y alcanzar los objetivos en forma conjunta.
Por lo anterior, considero que más que pensar en desechar el proceso de planificación estratégica convencional, es crítico hacer un análisis situacional o diagnóstico de cómo el entorno VUCA afecta a nuestra empresa y a nuestras unidades de negocio. El diagnóstico o análisis situacional es un aspecto central de cualquier proceso de planificación estratégica y/o de formulación de la postura estratégica convencional de la empresa.
En la mayoría de casos, en estas épocas de pandemia, las empresas han tenido que desarrollar inicialmente planes operativos, basado en escenarios, para evitar entrar en estado de insolvencia. Este proceso es necesario cuando una empresa se enfrenta a una crisis, sin embargo, una vez controlado el nivel de liquidez de la empresa, será necesario, e incluso primordial, dedicar tiempo a la reflexión de la postura estratégica de la empresa para lograr los objetivos de mediano y largo plazo y no es conveniente en mi opinión descartar el proceso de planificación estratégica convencional.
Es altamente probable que usted necesite más de un enfoque para reflexionar y formular la estrategia de su empresa, que dependerá de cómo el entorno afecta el sector y los mercados donde operan sus unidades de negocio. Por tanto, hay que ser ágiles, adaptativos, pero también hay que ser visionarios, participativos y porque no, tradicionales en nuestros procesos de formulación estratégica para contribuir de manera positiva y responsable con nuestra sociedad.