Si realizamos una rápida radiografía de la situación financiera de Chile, podemos entender por qué la nueva Ley de Portabilidad Financiera fue tan bien recibida. Actualmente, cerca del 97% de la población adulta del país (más de 13 millones de personas) y una cifra superior a las 800.000 pequeñas y microempresas emplean algún producto financiero.
Por lo tanto, el impacto de la nueva normativa en la población resulta de gran importancia, algo que ya podemos ver en el mundo inmobiliario, donde durante el mes de septiembre se registró un peak sin precedentes en la búsqueda de créditos hipotecarios, con un aumento del 35% versus el mes anterior.
Considerando los datos expuestos, el futuro de la portabilidad financiera se ve interesante y claramente el más beneficiado es el consumidor final, que podrá renegociar sus tasas de los créditos para pagar un dividendo más bajo. Pero también hay portabilidad de productos financieros, para cambiarse de banco (o cooperativa o neo-banco) con tu cuenta corriente, línea de crédito, tarjeta de crédito, lo que le abre al consumidor, aún más posibilidades y alternativas, de a la larga, pagar menos por sus compromisos financieros.
En este nuevo escenario, si te cambias con todos tus productos será porque te ofrecieron menos costos de mantención para tu cuenta, o un mayor cupo en la tarjeta de crédito, o simplemente te quieres cambiar de banco porque no te gusta el servicio y ahora será fácil hacerlo.
La portabilidad financiera también aumentará la competencia entre instituciones financieras, que tendrán que mejorar sus precios y principalmente, el trato con el cliente. Una fila larga durante toda una mañana en la sucursal o una llamada sin respuesta al vox de ayuda serán motivo suficiente para portarse.
Aparecerán también nuevos actores en el mercado. El corretaje de todo tipo de productos financieros será un boom, sobre todo en plataformas digitales. Un ejemplo al que miramos con esperanza, es lo que ocurre hoy en Suecia, donde nadie acude al banco a tomar un crédito, ni siquiera a su página web. Los consumidores ingresan a portales (como Lendo) donde suben una solicitud de crédito y los bancos ofertan sus tasas, así los consumidores eligen con dos o tres ofertas en la mano.
Las fintech, por su parte, tendrán un rol importante en proveer servicios financieros de todo tipo y ayudar al consumidor a compartir su información de forma online en la obtención de un crédito, o una cuenta. Tener que juntar tus liquidaciones de sueldo, tu certificado de deudas, tu cédula de identidad serán cosas del pasado.
Situaciones que muestran que esta nueva legislación es un ejemplo que puede extenderse a la región. La portabilidad financiera que se está instalando en Chile, es claramente una tendencia que viene de los países más desarrollados y solo trae beneficios para el mercado y los consumidores. México empezó con el tema en 2014, Brasil también avanza a paso firme. Ambos tienen legislación de "open banking" (permite al consumidor disponibilizar libremente de su información financiera a otra institución bancaria con el fin de portarse) que será el siguiente paso para Chile. Colombia y Argentina van por la misma senda.
Un aspecto a favor es que tecnología en el sector financiero va una década adelantada a la legislación, y lo importante hoy es que los países den el espacio e impulsen la iniciativa de la portabilidad financiera. Estoy convencido que la tecnología existe para que los consumidores vean los beneficios, las fintech serán las encargadas de traerla y ofrecerla al mercado. Después seguirán las instituciones más tradicionales.
Hoy, aplicaciones como Floid están en el corazón de la portabilidad financiera. Las personas ahora tienen la oportunidad de cambiarse de institución para obtener mejores condiciones y esta es una herramienta para que todos ellos puedan entregar su información de forma segura, rápida y digital. Eso motiva también a que empresas que quieren captar nueva clientela contraten estos servicios, para que sea la aplicación quien "da la bienvenida" a los consumidores que quieren cotizar, y con una breve evaluación de riesgo sepan a qué productos pueden optar. Una ayuda tecnológica fundamental en este proceso.
El paso siguiente es avanzar con nuestra tecnología en otros países, algo que ya estamos haciendo, porque nuestra misión es que miles de personas en toda América Latina tengan acceso a productos financieros de una forma segura y eficiente, donde el consumidor, siempre tenga la razón.