La crisis política que se vive en la república de Haití tiene unas raíces históricas que ameritan ser examinada dentro del contexto de los trágicos hechos que rodean el magnicidio del presidente, Jovenel Moise.
De hecho, más allá de los sentimientos étnicos y de la historia legendaria sobre la epopeya negra del primer pueblo libre de América, resulta bien interesante analizar la historia política haitiana después de la independencia para comprender con más elementos de análisis lo que actualmente pasa.
Cuando se habla sobre la pobreza, el atraso, las crisis económicas y políticas en este país, se señala con el dedo acusador de su postración económica y social al racismo externo, a los saqueos y las expoliaciones del colonialismo francés y el imperialismo estadounidense. Sin embargo, poco se habla de las responsabilidades que tienen las elites negra y mulata y el racismo interno en aquel retardo histórico del pueblo haitiano.
De manera maniqueísta se culpa a los franceses, a los estadounidenses, a la discriminación internacional que generó su gesta libertaria, a las políticas neoliberales y a los embargos económicos. Pero se oculta detrás de esa narrativa, el papel funesto que han tenido los propios haitianos en el atraso y la pobreza de su país: los regímenes monárquicos y dictatoriales corruptos, los desaciertos en las políticas económicas y la ineficiencia estatal; al igual que el segregacionismo y la cultura militarista de los haitianos en los niveles de pobreza de su país. Tanto los señalamientos externos, como los internos han sido letales en el desarrollo de Haití.
Pese que negros y mulatos lucharon por igual en la independencia del país, la política segregacionista que implantó la dictadura de Jean-Jacques Dessalines de 1804-1806 en contra de los mulatos cuando se proclamó emperador con el nombre de Jacques I, originaron unas raíces de rivalidades étnicas que han tenido consecuencias catastróficas en la consolidación de la nación. Dessalines instauró una dictadura despótica en beneficio de los negros con la expulsión de los blancos, la confiscación de sus bienes, la prohibición de tener propiedad. Medidas que frenaron la prosperidad del país.
En parte fue esa política discriminatoria en contra de los descendientes de los franceses que frenó el avance de las fuerzas productivas haitianas. Durante la dictadura de Dessalines se consagró en la Constitución que “ningún blanco, cualquiera que sea su nacionalidad, pondrá un pie sobre este territorio y no podrá en el futuro, adquirir ninguna propiedad”.
Obviamente, estas medidas, al igual que otras más radicales que limitaron la tenencia de propiedad solamente para los negros, no solo provocaron un profundo descenso en la generación de riqueza, sino un impacto negativo sobre el desarrollo y el crecimiento económico del país.
Dichas políticas desencadenaron una encarnizada lucha por control del poder entre negros y mulatos que le costó la vida al propio Dessalines y causó el origen de una guerra civil que dividió al país en dos estados: Uno en el norte controlado por Henri Christopher, un líder negro que se proclamó rey con el nombre de Enrique I, cre´p toda una estructura monárquica e instauró una autocracia con poderes absoluto, quién continúo acentuando la cultura militar y caudillista de Desalines. El otro en el sur, gobernado por Alexander Pétion, un mulato que pretendió estructurar un Estado liberal, defensor de las libertades individuales y la instauración de un sistema político más democrático en el país.
Luego de la muerte de ambos, Jean Pierre Boyer, un mulato, hijo de francés y haitiana, logró unificar el país, pero le dio continuidad a la política militarista y caudillista. Gobernó de 1818 a 1843. Fue quién pactó la leonina indemnización con Francia a cambio del reconocimiento de la independencia, pero lo que hubo en el fondo fue un negociado entre los mulatos descendientes de franceses para recibir indemnizaciones por las confiscaciones y expropiaciones de las propiedades de sus familias.
Un aspecto que poco se examina y se oculta para culpar solo a Francia del atraso haitiano. Los beneficiados de esa indemnización fueron los miembros de las elites mulatas haitianas descendientes de los franceses.
Con la unificación del país no cesaron las rivalidades entre estas corrientes políticas, basadas en el color de la piel. Finalmente, triunfó la corriente militarista y caudillista y, en consecuencia, se acentuó en la administración del Estado la doctrina autocrática de Dessalines con una tradición política que la mayoría de sus mandatarios no han gobernado en función del desarrollo de una sociedad multiétnica, sino a favor de perpetuar en el poder la hegemonía y los intereses de una elite negra o mulata.
Elites que han explotado con el mismo rasero a la mayoría de la población pobre y marginada, se han enriquecido a costa del erario y han amasado inmensas fortunas que depositan en el exterior, mientras que la gran mayoría del pueblo haitiano se debate en medio de la pobreza, la desesperanza, el hambre, el desempleo y las faltas de oportunidades de progreso y prosperidad. Continuará...