Comienzo este artículo con una anécdota que me contó un asistente hace unos días. Me dijo que su madre se la pasaba hablando mal del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero “fíjese que ahora dice puras cosas buenas”. Le pregunté por qué el cambio de opinión. Me contestó: “es que ya está recibiendo su pensión de adultos mayores. Está bien contenta”.
A los humanos les gusta recibir cosas gratis. Y generalmente son agradecidos con el que las otorga. Es, así nos han enseñado, “de buena educación”. Para una persona común y corriente resulta muy sofisticado pensar que el Presidente propone programas sociales que luego son aprobados por el Congreso quien, a su vez, ordena el cobro de impuestos para su financiamiento y que, una vez cobrado el dinero, el Ejecutivo distribuye el dinero a los beneficiarios.
Como se ha comprobado empíricamente, la gente utiliza atajos informativos para elaborar su opinión. Con su limitada información, los ciudadanos usan “heurísticos” para organizar y simplificar su pensamiento, incluso de problemas muy complejos. Es por eso que, en el caso de los programas sociales, el agradecimiento generalmente es con el Presidente porque él –no los contribuyentes que es un concepto muy difuso– fue el que se los dio.
Nuestro colega Sergio Sarmiento tiene una historia muy buena que ilustra este punto. En octubre de 2018 acudió a una oficina del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, y “una mujer de edad avanzada, que me dijo que no veía muy bien, me pidió que la ayudara a llenar su formulario de registro. Cuando llegué a la sección sobre si la solicitante era beneficiaria de programas sociales, le leí la pregunta. Ella primero no la entendió. ‘¿Recibe usted dinero de algún programa de gobierno?’, le expliqué. ‘Sí’, me respondió. ‘¿De cuáles?’. ‘Me da dinero Andrés Manuel López Obrador –dijo– y también Sedesol’.” Esto 12 años después de que Andrés Manuel haya dejado la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, pero, como bien concluye Sarmiento, “los beneficiarios de la ayuda a adultos mayores de la capital seguían considerando el recurso como una dádiva personal del actual presidente López Obrador”.
Los programas sociales no son, desde luego, dádivas de los políticos. Son apoyos que da el gobierno en turno financiados por los contribuyentes.
Pero todos los políticos que llegan al poder, y quieren mantenerlo o acrecentarlo, tratan de utilizar estas transferencias con fines electorales.
Si esto siempre funcionara, el PRI seguiría gobernando México.
La realidad es que, con todo y una gran distribución de recursos, aunada a una eficaz operación para capitalizarlos electoralmente, a veces pesan otros factores en los votantes. En las elecciones presidenciales de 2000 y 2018, por ejemplo, el gran deseo de cambio, producto de un enojo generalizado hacia los gobernantes.
De 191 mil millones de pesos presupuestados en 2019 para siete programas sociales de Andrés Manuel López Obrador, nuestra colega María Amparo Casar calculó que en 2021 habría 23 millones de personas beneficiadas, equivalentes al 25.7 por ciento del padrón electoral para ese año de elecciones intermedias.
En su más reciente informe del primero de diciembre pasado, el Presidente dijo que “ya está llegando a la mitad de los hogares mexicanos cuando menos un programa para el bienestar, y en los pueblos indígenas, el 95% de los hogares ya cuenta con al menos uno de los apoyos”. Según el Presidente, ocho millones de adultos mayores han recibido sus pensiones de dos mil 550 pesos bimestrales, 790 mil personas con discapacidad, una pensión de 2 mil 550 pesos bimestrales, más de 10 millones de estudiantes algún tipo de beca y 930 mil jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban una beca mensual de tres mil 600 pesos para capacitarse un año.
Para el 2020 habrá todavía más recursos para los nueve programas consentidos de este gobierno. De acuerdo a un análisis de El Financiero, “consumirán un presupuesto de 249 mil 957 millones de pesos, en 2020, un 29.5 por ciento, en términos reales, respecto de lo aprobado para esos programas en 2019, con 187 mil 640 millones de pesos”.
La apuesta electoral del Presidente está muy clara.
Puede que en 2021 lleguemos con malos resultados en la economía y seguridad. Sin embargo, habrá muchos millones de mexicanos agradecidos con Andrés Manuel López Obrador por recibir algún tipo de dinero en efectivo. Y, como repite una y otra vez el Presidente, se los entregarán sin ningún tipo de intermediarios. Al respecto, bien concluye Casar: "y ¿por qué habría de haberlos? Los intermediarios diluyen el efecto personal. Es López Obrador el responsable, el garante, el filántropo, el benefactor".
*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.