Miro las fotos de algunos Consejos de Dirección, como si de un álbum de recuerdos se tratara y, pese a los años transcurridos y los buenos deseos colectivos, sigue existiendo una destacada ausencia: ¿dónde están las mujeres?

Hace pocos meses en octubre de 2023, el fondo inversor más grande del mundo, BlackRock, demostró sin género de dudas que tener mujeres en los equipos directivos tiene beneficios económicos. Señaló una ganancia de más de 1,6% en rendimiento sobre los activos en aquellas empresas con más mujeres en puestos de decisión. El estudio Mejorar el rendimiento financiero invirtiendo en las mujeres se realizó sobre 1.250 empresas, una muestra claramente representativa. 

Ya en 2009 se había presentado otro estudio realizado por la organización americana Catalyst sobre las 500 empresas más grandes del mundo. Concluyeron que las empresas con más mujeres en sus puestos de dirección obtenían mejores resultados económicos en general. Ganaban un 53% en rentabilidad sobre los recursos propios, un 42% en los beneficios según las ventas realizadas y un 63% en el retorno del capital invertido, respecto a las que carecen de mujeres o tienen menos.

También McKinsey en 2022 analizó 13.000 compañias de todo el mundo e indicó que tres de cada cuatro empresas del sector privado que han incluido a mujeres en su directiva han incrementado sus beneficios. Este aumento se sitúa entre el 5% y el 20%, unas cifras difíciles de alcanzar a través de otras medidas que, además, suelen implicar más recursos económicos y humanos.

Todas ellas son evidencias de que los equipos mixtos son los que mejor funcionan: inteligencia y creatividad de hombres y mujeres trabajando juntos. Si no se aprovecha el talento femenino y las mujeres están por debajo del nivel que les corresponde, la empresa pierde su capacidad, conocimiento y aportaciones.

A la luz de estos datos, ¿por qué todavía hay tan pocas mujeres en puestos de dirección? Precisamente debido a prejuicios, estereotipos y errores de actuación en la organización de las empresas, Todo ello conforma el llamado “techo de cristal”, una metáfora que muestra la dificultad invisible de compartir el poder en los más altos niveles y la necesidad de hacerlo para alcanzar la eficiencia empresarial.

Para intentar arrojar luz sobre esta situación he escrito “Mujeres que lideran y transforman: Guía para romper el techo de cristal”, editado por Lluvia Editores en Perú. En él analizo los obstáculos externos a la presencia de mujeres, tales como la dificultad de combinar la vida personal con la disponibilidad total que demanda la empresa, los prejuicios sociales que consideran que una mujer de entrada es peor líder que un hombre, las resistencias al cambio en las organizaciones… pero también los obstáculos internos y psicológicos de las propias mujeres: los miedos, inseguridades, síndrome de la impostora, doble atadura o sobrecarga de rol. Las mujeres atesoran, debido a su educación y diferente socialización, una serie de ideas y prejuicios negativos en torno al poder que, con frecuencia, se demuestran falsos y que entorpecen el desempeño de sus funciones como directivas pero que están hondamente arraigados en sus mentes.

En las páginas de “Mujeres que lideran y transforman” hay ejemplos y fórmulas de cómo se han desempeñado muchas mujeres al elegir sus carreras profesionales. Hay teoría y ciencia, por supuesto, pero también experiencias que las profesionales y directivas hemos atesorado a lo largo de años de profesión y vida. El libro no solo analiza los obstáculos, sino que propone una verdadera Guía para superarlos y romper el techo de cristal, de forma que todas las mujeres que estén en el camino dispongan de recursos para progresar en sus trabajos. Y también para que las organizaciones las detecten, seleccionen y promocionen. Se trata de visibilizar, evidenciar, poner sobre la mesa, identificar las dificultades para superarlas. Sabemos que aquello que no se nombra no existe, siendo por tanto especialmente difícil de afrontar y, lamentablemente, quedan todavía muchos silencios en torno a historias de mujeres.

El libro se dirige también a los hombres profesionales porque también a ellos les concierne todo aquello que les impide aprovechar el talento de sus equipos y de sus colegas femeninas, así como conocer nuevas fórmulas para mejorar la gestión de su empresa. Toda persona que sea líder, o que desee serlo, debe procurar una sensibilidad que le conduzca a adoptar nuevos modelos más adecuados a nuestra realidad actual, de modo que su camino hacia el liderazgo sea también un viaje de crecimiento personal. Nada mejor que hacerlo acompañado de colegas femeninas, que aportarán su talento junto a sus compañeros de equipo. Es el equilibrio entre sexos el que aporta valor a la organización. 

Entre las páginas de “Mujeres que lideran y transforman” las lectoras y lectores hallarán propuestas para mejorar su empresa, el ejercicio de su liderazgo y el clima de su organización, además de algunas sugerencias, tal vez desconocidas, para una gestión más justa e igualitaria, independientemente de su sexo. 

Espero que lo disfruten, les interese y los acompañe en su camino de progreso profesional y vital. Y que les alcance también el entusiasmo por el cambio con el que ha sido escrito y editado.