Todos los mercados financieros están burbujeantes: acciones, propiedades, bonos, metales, alimentos, chips, madera, etc. En Estados Unidos, las acciones valen US$ 49 trillones (tdd, 45% del total mundial y un 228% de su propio PIB, un récord de 120 años). Las ratios de renta a precio de las casas han ido cayendo desde 2012 (en NY está a solo 3,4%), reflejando mayor demanda y valoración de la vivienda en propiedades desde Estados Unidos a Reino Unido, Canadá y Australia.
Ante esta realidad, ¿qué se debe esperar? O mejor aún, las condiciones que han hecho que esto se dé, ¿estarán presentes todavía por los siguientes años?
Empecemos con las condiciones: La primera es la serie de inyecciones monetarias de parte de los bancos centrales (M2 alcanza los 97 tdd ahora, estando en 68 tdd en 2009). Esto ha traído consigo un estilo de “Turismo Macro”, causando tasas ultra-bajas que inflan burbujas financieras, y llevan a ajustes de bolsa después de alcanzar hitos infranqueables, como en febrero de 2020 o verano de 2007. La segunda condición es una ola de crecimiento por doble vía, con la llegada de China al mercado laboral (bajando los costos por sueldos y con ello inflando las utilidades de las empresas privadas), además de los avances tecnológicos capitaneados por la industria tech en Estados Unidos, lo que ha llevado a la automatización de procesos, aumentos en productividad, reducción de costos y de salarios y mayor valoración de empresas.
La ayuda derivada de la pandemia de parte de los gobiernos de muchos de los países grandes (por encima de los 20 trillones de US$) es un factor que ha llevado también a más ahorro, más inversión en bolsa y el reencendido de los motores de la economía global, ya en algunos casos reportando en la zona roja (con peligros de inflación y escasez de materia prima) a varios países de la OECD, así como del bloque emergente.
Con todo esto, ¿pueden prevalecer estas condiciones para que el mercado sigua en aumento? Pues la tecnología seguirá su avance, lo cual es tanto deflacionario, como incendiario de los ánimos de las masas y el populismo, siempre que gigantes corporativos se vuelven más poderosos. La ayuda del gobierno se detendrá muy pronto e incluso girará en contra (enormes déficits de dos dígitos obligarán a incrementar impuestos), pero la política monetaria seguirá empujando las tasas a la baja, tratando de monetizar la nueva deuda pública. Por el lado de China, es una fuerza a tener en cuenta todavía, aunque quizás ya no el feroz tsunami de maquila que fue hace 20 años, pero sí el segundo motor global de crecimiento y en menos de un lustro, el primero.
Así que, todo lo que aumente la inflación y las tasas descarrila el valor de la bolsa y los activos. La recuperación, la presión en los sueldos y la deuda en exceso aportan a ello. No obstante, el avance de la tecnología y el turismo monetario son fuerzas en contra. Este epiléptico equilibrio da todavía un hálito de vida a las bolsas y los mercados de activos.
Pero no solo la inflación es la enemiga de las burbujas, sino también las valuaciones que rayan en lo insostenible. Y es que a las fuerzas que están alimentando a los mercados (los cheques por correo, las bajas tasas y el rebote de la actividad económica) debe añadirse una euforia nueva, alimentada además por el fenómeno de la digitalización de la vida financiera y de todo en el universo de los negocios.
La pandemia aceleró el uso de las redes sociales y de las plataformas digitales de trading financiero, pero hay factores que venían gestándose desde antes y que los encierros han catapultado, factores que cambiarán la dinámica de la valoración de los activos financieros y también nuestra forma de invertir décadas hacia el futuro y son los siguientes:
1) Que el multi-universo en internet ha abierto la puerta a más y más anillos concéntricos de anarquía, y a medida que te alejas del centro jerárquico, más difícil es regresar; 2) Que las cadenas de valor de todo se han acortado al extremo minimalista (en finanzas, el dueño, usuario, inversor, producto, bróker, proveedor y activo, son todo uno o dos eslabones ahora, reduciendo por ejemplo el costo de cada trade a cero); y 3) Que esto ha producido mercados de tamaños gigantescos, nunca antes imaginados para cualquier jugador, aún los pequeños y los micro, de tal forma que las plataformas encuentran su quid intercambiando contenido (dietas, medicina, videos, recomendaciones de bolsa trading) por la data de compradores para los anunciantes, que son los que hacen posible el modelo.
Las plataformas (todas, Robinhood, Square, etc.) quieren ser fintechs y ofrecer el paquete completo de servicios de un banco. Los reguladores quieren poner jerarquía a la anarquía existente, pero la tecnología va en su contra, y al sobrerregular y coartar la creatividad, conducen a nuevos bríos de anarquía. Los jugadores, en especial los milennials y Gen Z´s quieren la libertad que la anarquía da y solo están dispuestos a consumir lo que es cool, y no se sentarán a leer un manual de como drogarse si la plataforma (Robinhood) ofrece la droga en directo. La banca, por su parte, quiere conquistar el mundo donde residen las plataformas y las fintech, pero subsisten en otro y no va a ocurrir.
En conclusión, la anarquía y los gigantescos volúmenes del universo digital inflan burbujas y produce desorden, abuso y caos. A los “chicos Reddit” les va mal en retorno (Kathleen DeRose, NYU) y deberían aprovechar la herramienta para su educación (aunque fuera de manera divertida, como hace Square). Benjamin Graham, mentor de Warren Buffet solía decir: “El mercado debería parecerse más a una báscula que a una votación”, pero a la larga, nadie ganará de un mercado que se asemeje más a juegos de consola como Donkey Kong. Quizás por ello hacia adelante, veremos más turismo monetario y con él, más burbujas.